LITERATURA LATINA - Epoca de Augusto (42-14 A. DE J. C.)
PUBLIO VIRGILIO MARON
Nació en Andes (Galia Cisalpina), cerca de Mantua, en 70 a. de J. C. Después de estudiar en
Cremona, Nápoles, Milán y Roma, retomó a su comarca natal. Expulsado de su patrimonio
por un centurión, cuando, a raíz de la guerra civil y de la batalla de Filipos, los veteranos de
Octavio invadieron el territorio mantuano, consiguió recuperar sus bienes gracias al apoyo
de Asinio Polión, gobernador de la Galia. Más tarde, cuando a este personaje había sucedido
Alfeno Varo, vióse nuevamente despojado, con peligro de su vida, y habiendo logrado salir
indemne del trance, se trasladó a Roma, donde trabó amistad con Mecenas, con el propio
emperador y con los principales ingenios de su tiempo. El resto de la vida de Virgilio
transcurrió en la capital y en Nápoles, donde terminadas ya las Bucólicas y las Geórgicas,
emprendió la composición de la Eneida; deseando visitar los lugares en que se desarrollaban
las principales escenas del poema, marchó a Grecia; pero, ya enfermo, no pudo soportar las
fatigas del viaje, y murió, al regresar, en Brindis (21 de septiembre del año 19 a. de J. C.).
Las Bucólicas o Eglogas, en número de diez, fueron escritas entre los años 41 y 39 a. de J. C.,
y representan la aparición en la literatura latina de un género nuevo: la poesía pastoril.
Modelo de Virgilio para la composición de estas piezas fueron los Idilios del siracusano
Teócrito; sin embargo, el poeta latino se muestra original por sus sentimientos personales,
por el tono, más irreal que real, y por la ternura con que acertó a rodear hombres y cosas. Los
pastores virgilianos son alegóricos, más refinados y no tan naturales y sencillos como los de
su predecesor, pero en las Eglogas, que tan honda influencia ejercieron en la poesía de
Garcilaso, y acaso como su nota más íntima y simpática, se deja percibir un sincero amor por
la naturaleza, reflejado en unas cuantas admirables descripciones de paisajes.
Las Geórgicas, dedicadas a Mecenas y escritas entre los años 37 y 30, comprenden cuatro
libros: el primero trata del cultivo de los campos, incluyendo un calendario del labrador y las
señales para conocer el tiempo; el segundo se ocupa de los árboles, especialmente del olivo y
de la viña; el tercero y el cuarto hablan de la cría del ganado y de los combates, trabajos y
enfermedades de las abejas. El poeta termina cada canto con episodios en los que acumuló
todas las bellezas de su estro; tales la descripción de los prodigios que precedieron y
siguieron a la muerte de César, la felicidad de la vida del campo, la epizootia de Nórica y,
muy en particular, el mito de Aristeo y el descendimiento de Orfeo a los infiernos en
demanda de su amada Eurídice.
En los seis primeros libros de la Eneida expone el poeta la caída de Troya, gracias al engaño
del caballo de madera, la muerte de Príamo y la huida de Eneas, llevando consigo el
palladium y sus dioses penates. Persíguelo la rencorosa Juno, que obliga a Eolo, rey de los
vientos, a desatar contra el héroe furiosa tempestad.
Protegido por Venus, emprende Eneas una larga peregrinación. En Sicilia ve morir a su
padre Anquises, y en Africa tiene que abandonar a Dido, la triste reina de Cartago. Después
de abordar segunda vez en Sicilia, se traslada a Cumas, donde, por consejo de la Sibila,
desciende a los Infiernos y encuentra en los Campos Elíseos a su progenitor, que hace
desfilar ante sus ojos a todos los grandes hombres de la futura ciudad de Roma. El héroe
llega por fin a la desembocadura del Tíber. Los seis libros -últimos narran las luchas de los
troyanos para conquistar un territorio y fundar la proyectada ciudad. La rivalidad de Eneas
y Turno, jefe de los rútulos, ambos aspirantes a la mano de Lavinia, hija del rey Latino, da
ocasión a una guerra en que los troyanos logran la alianza del rey Evandro, y su jefe recibe
de manos de Venus el escudo en que se hallan representados los grandes hechos de la
historia romana. El. poema termina con el combate entre Turno y, Eneas, y la victoria de éste,
que obtiene, con la mano de Lavinia, el imperio del Lacio.
La influencia de esta epopeya en los contemporáneos y en la posteridad ha sido inmensa. "A
la admiración en todos los tiempos tributada a la maestría lingüística y métrica del poeta -la
Eneida constituyó el canon del género épico poético-, agregóse para los romanos una
cualidad que despertaba el más vivo entusiasmo. Vieron en la Eneida un singular
monumento patriótico nacional de su glorioso pasado, que encerraba además para los
contemporáneos un interés actual, pues Virgilio tuvo hábilmente en cuenta una corriente
entonces popular, que relacionaba, en lazo genealógico, la casa del emperador con Julo, el
hijo de Eneas" (Alfred Gudeman, Historia de la literatura latina).