LITERATURA GRIEGA - La tragedia y la comedia en el período ático (SIGLOS V - IV A. DE
J. C.)
SOFOCLES
Nacido en Colona, aldea cercana a Atenas, hacia 497, desempeñó algunos cargos públicos,
como el de administrador del tesoro de los confederados que se custodiaba en la Acrópolis.
Murió en 405, poco antes de que terminase la guerra del Peloponeso. De su dilatada
producción sólo se conserva un drama satírico, Ichneutai, que pone en escena a los sátiros en
busca del rebaño de Apolo, robado por Mercurio, y siete tragedias. Tres de éstas -Edipo rey,
Edipo en Colona y Antigona- constituyen una especie de trilogía. La primera contiene la
historia lastimera del rey de Tebas, que sin saberlo da muerte a su progenitor Layo, se casa
con Yocasta, su propia madre, en la que engendra cuatro hijos, y sacándose los ojos en
castigo de su involuntaria culpa, comparece en escena ciego y ensangrentado, después de
saber por boca de un viejo pastor la verdad acerca de su nacimiento.
Edipo en Colono narra el fin y desaparición del protagonista en el bosque del villorrio
nombrado en el título, donde Teseo le había ofrecido refugio contra las persecuciones de
Creonte. La tercera refiere la piedad de Antígona, hija de Edipo, que a pesar de la
prohibición del tirano Creonte, decide dar sepultura al cadáver de su hermano Polinice,
caído en la lucha ante la ciudad de Tebas. Sorprendida mientras esparce el polvo ritual y
conducida ante el monarca, responde a las recriminaciones de éste, oponiendo a la ley
humana, a veces injusta, los dictados superiores de la conciencia, emanados de los dioses.
Creonte, menospreciando los argumentos de su hijo Hemón, desposado con Antígona, la
manda emparedar en una cueva. La heroína, tras de despedirse de la luz del sol, desciende,
resignada y valerosa, a las mansiones sombrías, donde la aguardan su madre, su progenitor
Edipo y el hermano que es causa de su muerte. El profeta Tiresias anuncia la cólera de los
dioses por la corrupción que se exhala del cadáver insepulto de Polinice. Cede al fin Creonte,
y corre a enterrarlo, después de libertar a Antígona, que se ahorca antes de su llegada.
Hemón se apuñala sobre el cuerpo de Antígona, y Euridice, esposa de Creonte, se suicida
también al saber la muerte de Hernán. Bella y conmovedora es Electra, que tiene por asunto
la leyenda de Orestes, ya tratada por Esquilo en Las Coéforas. En Ayax, tal vez la más
antigua de las tragedias de nuestro autor, el héroe, atacado de locura y creyendo dar muerte
a los Atridas y otros jefes griegos, degüella rebaños y se suicida avergonzado al recobrar la
razón. Filoctetes narra el regreso de este personaje al asedio de Troya. Las Traquinianas tiene
por asunto la muerte de Hércules en el monte Eta, envenenado por la túnica del centauro
Neso, que su esposa, Deyanira, le había enviado.
El genio de Sófocles, representante del ideal ático más puro, sin poseer la imponente
grandeza de Esquilo, acierta, en cambio, a poner en juego las pasiones humanas para lograr
los efectos de lo trágico. Si bien los asuntos de sus obras conocidas proceden de antiguas
leyendas, ora de la guerra de Troya, ora de la historia de Edipo, rey de Tebas, ora de la vida
de Hércules, el dogma del destino inexorable aparece en sus versos atenuado por una idea
de justicia. La tragedia de Sófocles es más natural, humana y verdadera que la de Esquilo.