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LITERATURA ESPAÑOLA - Siglo XVI:  Didáctica, humanismo, erasmismo y mística
LA PROSA DIDACTICA Y EL ERASMISMO
El RELOJ DE PRINCIPES O LIBRO DE MARCO AURELIO - se trata en rigor de dos obras
distintas, fundidas en una por el mismo Guevara - es una biografía novelada y enteramente
apócrifa del emperador Marco Aurelio combinada con un tratado político sobre la buena
gobernación del Estado a la manera de los doctrinales de la Edad Media. Hay en la obra de
todo. Intercalados en el resumen biográfico y el retrato ideal del príncipe, encontramos
discursos sobre el matrimonio y la familia; invectivas antifeministas; una comparación entre
el cristianismo y las religiones antiguas; ideas sobre la guerra, y otros temas políticos,
reflexiones sobre la muerte; y una serie de cartas, anécdotas y fábulas sobre diversos asuntos.
El Menosprecio, la obra de Guevara que hoy preferimos, presenta en varios capítulos un
contraste entre los goces de la vida rústica y los peligros de la corte para la salud del cuerpo
y del alma. Las Epístolas son una colección de ochenta y tres cartas, en las que se tratan
todos los temas imaginables, desde graves problemas (le moral o política hasta minucias
como el tocado de las damas o los remedios aplicables al mal de la gota.
Estos libros de Guevara tuvieron un éxito inmenso y una gran influencia en la literatura
española, visible en la picaresca, en Cervantes y desde luego en los moralistas posteriores.
En la literatura europea también imitaron a Guevara muchos autores y hay reminiscencias
suyas en alguno tan importante como Montaigne. En el éxito de Guevara influyeron varios
factores: la habilidad para elaborar con apariencias de originalidad una doctrina basada en
las fuentes más comunes de la moral clásica y de la cristiana; la fértil imaginación para
inventar toda clase (le fábulas, el ingenio desenfadado con que Guevara aplica su doctrina a
situaciones concretas; ciertas agudeza psicológica; y, más que nada, el brillo, deslumbrador
entonces, de una prosa nueva cargada de retórica. Escribe Guevara en un estilo nervioso y
directo, calcado en gran parte sobre la lengua hablada, pero complicado con toda clase de
artificios cultos: aliteraciones, contrastes, parejas de sinónimos, construcciones paralelas y
juegos de palabras. Es el antecedente del estilo ingenioso, de las agudezas en culteranos y
conceptistas españoles y, según algunos críticos, modelo de los primeros "eufuistas" ingleses.
A la importancia de la figura de Guevara, como creador de un tipo de estilo, se une la que
tiene por ser el primero que cultiva en el Renacimiento un género literario al que podemos
dar el nombre de moralismo laico, para diferenciarlo de la moral ascética de los místicos. La
distinción entre la literatura moral de Guevara o de los escritores de tendencia análoga un
siglo más tarde -Quevedo, Saavedra Fajardo, Gracián- y la de los autores místicos o ascéticos
consiste en el problema que a cada grupo preocupa. Para el místico, la moral es medio de
alcanzar la perfección necesaria para la unión con Dios. Para moralistas como Guevara o
Gracián, medio de gobernarse en la vida, de hacer frente a las situaciones que el trato social
plantea. El moralista laico se ocupa de la vida exterior, de las relaciones del hombre con los
otros hombres. El místico, de la vida interior, de las relaciones del hombre consigo mismo y
con Dios. Unos piensan en el éxito del individuo en la sociedad; otros, los místicos, en la
salvación del alma. De ahí nace una clara separación en el estilo, sentencioso, conceptista y
satírico en los moralistas laicos; poético y espiritualista en los místicos. No debe entenderse
por esto que Guevara o los moralistas afines a él eran ajenos a las preocupaciones religiosas
del tiempo ni tibios en su fe. Todos están inmersos en la atmósfera católica de España en los
siglos XVI y XVII y personalmente muchos de los cultivadores del moralismo laico, como el
mismo Guevara, eran religiosos de profesión. Se trata simplemente de manifestaciones
literarias distintas.