LITERATURA ESPAÑOLA - El siglo XV. Fin de la Edad Media. Prerrenacimiento
LA PROSA
LA PROSA HISTORICA. - En el campo de la literatura histórica se operan en este tiempo dos
cambios del mayor interés, no tanto por la calidad de las obras que producen como por
ilustrar bien este sentido de nuevos rumbos, insistentemente aludido. En ambos se nota la
persistencia de lo medieval junto al influjo del humanismo incipiente. El primero es la
inserción de lo novelesco -fantasía, ansia de aventuras e ideales caballerescos- en lo histórico.
El segundo, la literatura de retratos de personajes históricos.
El espíritu novelesco de aventuras inspira las llamadas "Crónicas de sucesos particulares"
como el Libro del Paso honroso de Suero de Quiñones y el relato del Seguro de Tordesillas.
Mezclado con elementos fantásticos e idealistas, se ve también en "la biografía novelesca de
caballeros", que produce en España un libro delicioso, en El Victorial o Crónica de don Pedro
Niño, de Gutierre Díez de Games.
FERNAN PEREZ DE GUZMAN, en Generaciones y semblanzas, deja adivinar en algunos
pasajes una sensibilidad aguda para entrever los problemas españoles, primera muestra
acaso de ese afán un poco pesimista de autocrítica nacional que distinguirá a sus
compatriotas. Así, en el retrato de Pablo de Santa María, al aludir a su condición de converso,
censura bastante abiertamente el antisemitismo de sus contemporáneos. Y al aludir a la
anarquía del reinado de Juan II, en la biografía de don Alvaro de Luna, la más larga de la
colección, exclama: "¡Quién bastará a relatar e contar el triste e doloroso proceso de la
infortunada España e de los males en ella acaecidos!" A él también pertenece la frase:
"Castilla, que hace los hombres y los deshace".
El género iniciado por Pérez de Guzmán se continúa en el período siguiente con otro libro
notable, Claros varones de Castilla (1486), de Hernando del Pulgar.