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LITERATURA ESPAÑOLA - Alfonso el Sabio y la literatura del siglo XIV
EL INFANTE DON JUAN MANUEL Y EL
DESARROLLO DE LA PROSA
EN EL SIGLO
XIV
LOS CUENTOS DEL "CONDE LUCANOR". -
Abundaban ya en la literatura española del
siglo XIV los elementos novelescos, bien en colecciones de apólogos traducidas del árabe,
bien en relatos, narraciones y fábulas difundidos en formas diversas, de la prosa y el verso.
Estaba reservado a don Juan Manuel el dotar de estilo al arte de novelar. Eso significa la
colección de los cincuenta cuentos reunidos en la obra titulada Libro de los enxemplos del
conde Lucanor o Libro de Patronio, terminado en 1335.
El plan del libro es muy sencillo. El conde Lucanor, cada vez que tiene que hacer frente a una
situación difícil, consulta a su servidor Patronio, el cual le relata con el objeto de que sirva de
guía al conde en su decisión, un cuento o ejemplo, cuya moraleja se resume al fin en unos
brevísimos versos.
En el aspecto moral es sorprendente la cantidad de cualidades humanas que se analizan: la
vanidad, la avaricia, el desinterés, la resignación ante la pobreza o el infortunio, la ingratitud,
etc. Sólo una zona importante del mundo psicológico parece terreno vedado a la pluma de
don Juan Manuel, la zona amorosa. Falta en El conde Lucanor -según ha observado
reiteradamente la crítica-el elemento erótico tan abundante en Boccaccio, en los fabliaux
franceses, en Chaucer, y, dentro de la literatura española, en el Arcipreste de Hita. Con esta
excepción, para casi todas las manifestaciones de la naturaleza humana tiene don Juan
Manuel una enseñanza llena de encanto y de indulgencia, como fruto de un maduro meditar
filosófico.
Didactismo, moralidad, variedad: ello explica la importancia histórica del libro. Mas su valor
literario, el hecho de que se haya salvado del olvido entre tantas otras colecciones de
ejemplos medievales, es debido ante todo al arte personal de su autor: sencillez, medida y un
fino humor, una ironía suave de singular eficacia, sin la amargura que luego tendrá dos
siglos más tarde la moralidad de la picaresca y de Quevedo.
En casi ningún cuento falta la gracia satírica, pero hay algunos -"De lo que aconteció a un
deán de Santiago con don Illán, el gran maestro de Toledo"; "De lo que aconteció a un rey
con los burladores que hicieron el paño"; "De lo que aconteció a un mancebo que casó con
mujer brava"-, que son sin disputa pequeñas obras maestras de la literatura humorística
española.
No se trata de un arte inconsciente, espontáneo, a pesar de su gran naturalidad. Don Juan
Manuel es, como dijo Menéndez Pelayo, el primer prosista de la literatura castellana que
tiene estilo. El primero, además, que se propuso tenerlo, que formula en el prólogo del
Conde Lucanor y en el de otras obras un ideal artístico: escribir con buenas palabras,
"palabras falagueras y apuestas"; con hermosos latines y declarar las razones "con las menos
palabras que pueden seer".
El libro de don Juan Manuel tuvo una gran influencia. Engendró numerosas obras del
mismo tipo; se convirtió en una de las colecciones de cuentos más leídas de la literatura
española. Algunos de sus temas se encuentran entre otros autores en Shakespeare, Calderón
y La Fontaine. Baltasar Gracián, tan exigente en materias de arte, admiraba mucho a este
escritor primitivo.