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LITERATURA ESPAÑOLA - Alfonso el Sabio y la literatura del siglo XIV
CARACTER Y CLASIFICACION DE LAS OBRAS DE ALFONSO X
Si bien no son muchos los precedentes, la labor de Alfonso X sigue rumbos abiertos por
algunos precursores, especialmente la llamada Escuela de traductores de Toledo, grupo de
sabios reunidos por el arzobispo toledano don Raimundo (1180-1150), que tradujo al latín
muchas de las obras importantes de la cultura árabe.
También en latín se habían producido antes de Alfonso X compendios históricos como De
rebus Hispaniae, de don Rodrigo Jiménez de Rada o el Chronicon mundi, de Lucas de Túy, y
colecciones de cuentos orientales como el libro Disciplina clericalis, del judío converso Pedro
Alfonso. Existían, por último, varias obras en castellano de escaso valor.
Alfonso enriquece enormemente todos estos campos, inicia algunos nuevos y, al par que
intenta sistematizar todos los conocimientos existentes, crea, a causa del carácter
enciclopédico de las materias que trata, un inmenso vocabulario castellano. Se preocupa
además de dar normas para unificar la lengua escrita. En su múltiple labor de prosista se
destacan tres grupos importantes de obras: las jurídicas, las históricas y las didáctico-
científicas.
Aparte de El espéculo, y el Fuero Real, atribuidos a Alfonso X o compuestos por su iniciativa,
la más importante obra jurídica es Las Siete Partidas.
Las Partidas del Rey Sabio nos proporcionan, cuando nos acercamos a ellas, un inesperado
deleite, como todo lo que abre una nueva visión sobre el mundo del pasado.
En el campo de la historiografía inspira don Alfonso la redacción de la Estoria de España o
Crónica General y la Grande e general estoria.
Sin la importancia literaria de las otras empresas alfonsinas, las obras científicas y didácticas
dan testimonio del esfuerzo monumental que para la cultura de la época significa la
actividad del rey y de sus colaboradores. Casi todas las ciencias conocidas en su tiempo
están representadas en ella, y entre las obras científicas nos ha legado los Libros del saber de
astronomía y las Tablas alfonsíes; el Lapidario, o libro de las piedras preciosas, obra de
historia natural. Además el Septenario, y el Libro de ajedrez o dados e tablas. Algunos libros
más, a él atribuidos o debidos a su
iniciativa, completan la ingente labor
del monarca
castellano y justifican el sobrenombre con que pasó a la historia.