LITERATURA ESPAÑOLA - Siglos XII y XIII: de la época primitiva hasta Alfonso el Sabio
LA POESIA CULTA: MESTER DE CLERECIA
GONZALO DE BERCEO, POETA RELIGIOSO. - Villemain dijo de la obra de Berceo que era
"el Romancero de la Iglesia". En efecto, todos los temas de la cultura y de la vida religiosa
están representados en ella. En primer lugar la literatura mariana, el culto medieval a la
Virgen María, sea como fuente de milagros y de ayuda lo mismo para el devoto que para el
pecador: Milagros de Nuestra Señora; sea como Mater Dolorosa, Duelo de la Virgen el día de
la Pasión de su Fijo; sea, en fin, como objeto de devoción y amor: Loores de Nuestra Señora.
Trata también el tema hagiográfico en tres vidas de santos: Santo Domingo de Silos, San
Millón y Santa Oria, y temas diversos litúrgicos, teológicos o bíblicos: El Sacrificio de la Misa,
Martirio de San Lorenzo o Los signos que aparecerán antes del Juicio.
No creemos necesario entrar aquí en detalles sobre las fuentes de Berceo ni sobre el carácter
particular de cada una de sus obras. De éstas, la más importante o, al menos, la que mayores
atractivos poéticos posee para un lector moderno, es Milagros de Nuestra Señora. Se
compone de veinticinco relatos breves, en cada uno de los cuales Berceo cuenta un milagro
efectuado por la intercesión de la Virgen, o de "la Gloriosa" como él suele llamarla.
La nota sobresaliente es el fervor candoroso, directo, con que humaniza el sentimiento
religioso. Los ejemplos se encuentran en casi todos los milagros. Véase cómo en "El clérigo
embriagado", la Virgen, después de librar tres veces de las garras del diablo a un sacerdote
devoto suyo, muy amigo del vino, acuesta al trastornado bebedor con gesto maternal:
El monge que por todo esto avía pasado De la carga del vino non era bien folgado, Que vino
e que miedo avienlo tan sovado, Que tornar non podió a su lecho usado
La Reina preciosa e de precioso fecho Prísolo por la mano, levólo por al lecho, Cubriólo con
la manta e con el sobrelecho Pusol so la cabeza el cabezal derecho.
Y en una escena de la Vida de Santo Domingo de Silos, cuando el rey don García de Navarra
habla al Santo, abad del monasterio, con altiva soberbia, éste le responde en un tono
parecido al que usan los castellanos frente a los reyes leoneses y al que usarán muchos
villanos del teatro clásico. Hasta por el concepto recordamos inmediatamente unas
conocidas palabras de Pedro Crespo en la inmortal obra El alcalde de Zalamea.
Puedes matar el cuerpo, la carne maltraer, Mas non as en las almas, rey, ningún poder.
En el estilo puede verse también el tono personal y español: abundancia de detalles de un
realismo pintoresco, llaneza de expresión con muchas voces populares y repetidos giros
dialectales, humor y familiaridad con que se tratan las cosas sagradas. De una gracia natural
y encantadora son, por ejemplo, los diálogos de la Virgen con Don Diablo en el ya citado
milagro de "El clérigo embriagado", por no mencionar sino uno entre muchos.