LITERATURA ESPAÑOLA - Siglos XII y XIII: de la época primitiva hasta Alfonso el Sabio
EL "CANTAR DE MIO CID" Y LA EPOPEYA CASTELLANA
CUADRO GENERAL DE LA POESIA EPICA. - El Cantar de Mío Cid es el único cantar de su
tipo y de su tiempo que ha llegado casi completo hasta nosotros. Pero las investigaciones
posteriores, especialmente las de Menéndez Pidal, han logrado rehacer, en gran medida, la
historia del género.
Sus restos se conservan bien en fragmentos de otras canciones descubiertas recientemente,
bien prosificados en la Crónica General de España, de Alfonso X el Sabio u otras crónicas
medievales. Pasaron luego, transformados, a constituir el tronco central del Romancero.
Durante algún tiempo se creyó que el Poema del Cid, como generalmente se denomina al
primitivo Cantar, era muestra casi única de las canciones de gesta castellanas. A él se
añadieron luego, mediante la reconstrucción erudita, otras canciones, especialmente la de
Los siete infantes de Lara. Hoy, merced al estudio de crónicas anteriores a la del Rey Sabio,
sabemos que el arte narrativo de los primeros juglares castellanos contaba con un amplio
repertorio.
Menéndez Pidal resume en cuatro momentos la evolución del género:
Una época primitiva hasta 1140, en la que se componen canciones sobre temas como el conde
don Julián y la pérdida de España, por la conquista árabe, o relatos de venganzas familiares
y luchas bárbaras, reflejos de los primeros tiempos del condado de Castilla y del temple
heroico a la vez que soberbio y apasionado y un poco feroz de los primitivos castellanos:
historias trágicas como la de la Condesa traidora que enamorada del rey moro Almanzor,
prepara la muerte de su marido el conde Garci Fernández de Castilla, o la de los hijos del rey
Sancho de Navarra, en la que uno de ellos, don García, acusa de adulterio a su madrastra. A
este grupo primitivo pertenece el Cantar de los infantes de Lara con la terrible venganza de
Ruy Velázquez, que hace matar a sus siete sobrinos y con el noble duelo de Gonzalo Gustioz,
el padre de los Infantes, ante las cabezas de sus hijos.
El segundo momento es el de plenitud y se inicia en 1140 con la composición del Mío Cid.
Llega hasta mediados del siglo XIII y durante él se difunden por la península los relatos de
las Chansons francesas.
Los otros dos momentos, del siglo XIII al XV, están caracterizados por la decadencia del arte
juglaresco, el paso de los temas de las canciones de gesta a la poesía culta del Mester de
Clerecía o su fragmentación final para dar lugar a la forma nueva de "los romances".
Como se ve, pues, el Poema del Cid, lejos de ser una obra concebida sin elaboración anterior
del género poético a que pertenece, marca en cierto modo su apogeo. Se compone ya en una
época de relativa perfección dentro de lo que era el arte de los juglares narrativos o de gesta.