LITERATURA ESPAÑOLA - Siglo XVII: el Barroco y la decadencia
CARACTERES DE LA EPOCA
La plenitud de la literatura clásica en la primera mitad del siglo XVII coincide con el apogeo
de otras manifestaciones artísticas, especialmente con el de la pintura. Es la época de
Velázquez (1599-1660), Ribera (1588-1656), Zurbarán (1598-1662), Murillo (16171682), etc.
Mas después de 1600 el esplendor de las artes contrasta con los signos inequívocos de una
decadencia política y económica cada día más aguda, en los reinados de los últimos Austrias:
Felipe III (1598-1621), Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700). A medida que el siglo
avanza, la decadencia se va extendiendo a todos los aspectos de la vida nacional y el Siglo de
Oro acaba por el agotamiento absoluto. España, aislada de las fuentes renovadoras de la
cultura que en otros países europeos -Francia, Inglaterra, Alemania- alumbran la nueva era
racionalista y neoclásica, llega al fondo de las reservas espirituales acumuladas durante la
Edad Media y el Renacimiento. A fines del siglo XVII, en un ambiente de total esterilidad,
sólo se produce una literatura extravagante y vacía, prolongación de los peores vicios de la
decadencia.
Aun en medio de la brillantez artística de los primeros cincuenta años del siglo, la fuerza
creativa, todavía fecunda, de un Góngora, un Quevedo, un Calderón o un Gracián, lleva en
sí gérmenes de desintegración. Faltan los ideales afirmativos de la centuria anterior. España
entra en una grave crisis, que en el terreno estético produce el ilusionismo barroco; y en el
moral, amargura y desengaño.
Al estado de espíritu, consecuencia de causas universales (Contrarreforma) y nacionales
(decadencia), se une, como determinante del carácter literario de esta época, la normal
evolución artística, según la cual todo estilo, después de alcanzar su expresión armónica, se
descompone, ya intensificando sus rasgos más distintivos, ya transformándolos en algo
aparentemente opuesto. Así, el estilo barroco no es en el fondo más que la intensificación de
los elementos cultos en el estilo del Renacimiento o la reacción realista contra ellos.
En Cervantes, en Lope o en la pintura de Velázquez todas las tendencias de la época
aparecen aún equilibradas. En sus continuadores el equilibrio se rompe determinando los
fenómenos artísticos extremos del barroco. Estos son de índole diversa, pero en la literatura
pueden resumirse en tres grandes corrientes:
1. Conceptismo: juego ingenioso de palabras, ideas y conceptos. De él resulta un estilo lleno
de agudezas, chistes, símbolos, frases sentenciosas y antítesis rebuscadas.
2. Culteranismo o cultismo: exageración artificiosa de los elementos cultos del lenguaje,
recargado de imágenes, alusiones, alegorías, inversiones gramaticales, con el propósito de
crear una impresión ilusoria de belleza. Es fenómeno correlativo al conceptismo y en gran
parte determinado por él. La diferencia consiste en que el conceptismo opera sobre el
pensamiento abstracto y el culteranismo sobre la sensación. Uno es racional, el otro
puramente estético. El conceptismo se manifiesta principalmente en la prosa; el culteranismo,
en la poesía.
3. La otra corriente contraria en la apariencia consiste en el naturalismo exagerado de la
picaresca y la literatura satírica. Lo feo y los aspectos más desagradables de la realidad
entran en el arte, acentuándose con rasgos extremados que en autores como Quevedo llegan
a lo caricaturesco.