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LITERATURA ESPAÑOLA - El Romanticismo (1808-1850)
LOS PRIMEROS ROMANTICOS: MARTINEZ DE LA ROSA Y EL DUQUE DE RIVAS
LOS "ROMANCES HISTORICOS". – De
mayor sobriedad artística es la colección de
Romances históricos, dada a la estampa por el duque de Rivas en 1841, precedidos de un
erudito prólogo sobre el arte épico popular del Romancero.
El espíritu del duque de Rivas, pasadas las exageraciones de Don Alvaro -producto de un
entusiasmo primerizo por asimilarse el tono emocional del romanticismo europeo-, ha
encontrado aquí su centro que es el de la evocación histórica. Marca también el verdadero
camino de la literatura romántica española, la cual alcanza su plenitud en la recreación de
una serie de leyendas, personajes y sentimientos nacionales.
Los Romances del duque de Rivas son bellas estampas del pasado inspiradas en figuras,
hechos históricos o algunos temas legendarios españoles. Nobles caballeros como el conde
de Benavente, en un Castellano leal; o el marqués de Lombay, luego San Francisco de Borja,
en El solemne desengaño; personajes cortesanos y galantes como el conde de Villamediana;
la épica figura del rey Pedro I, en Una antigualla de Sevilla o la dramática de Felipe II en
Una noche de Madrid, forman una galería de bellos retratos, encuadrados sobre grandes
fondos de época. El duque de Rivas crea en ellos sugestivas evocaciones de la España del
siglo XIV, del Renacimiento, o del Madrid filipesco. Otros romances como La vuelta deseada
o El sombrero tienen estilo más novelesco y lírico; adelantan el arte de la leyenda a lo
Zorrilla.
El lenguaje es en ellos sobrio, seguro, castizo. El sentimiento individual de la poesía
romántica se percibe claro, pero sometido a límites. Rivas, que por temperamento era un
clásico, cuya poesía es ante todo pictórica y descriptiva, crea en los romances un arte que
tiene color, vida, aire. Nos hace ver las cosas, los trajes, los adornos, la arquitectura, las calles
envueltas en sombra, el mar, el cielo, las ciudades -Sevilla, Madrid, Toledo-, con pinceladas
exactas.
El resto de la obra de Rivas continúa la evolución hacia una poesía más sobria y tradicional
en la que cada vez se ve más acentuada la vuelta a la inspiración del Siglo de Oro. Su drama
El desengaño de un sueño combina el tema de La tempestad, de Shakespeare y La vida es
sueño, de Calderón de la Barca. Escribió también algunas comedias imitando las de capa y
espada del teatro clásico, poesías varias y alguna obra en prosa.