LITERATURA ESPAÑOLA - El Renacimiento: época de los Reyes Católicos
LA NOVELA: EL "AMADIS DE GAULA"
A juzgar por una alusión incluida en el prólogo de esta obra, poco después de 1492, año por
tantas razones representativo, un regidor de la ciudad de Medina del Campo, Garci
Rodríguez de Montalvo, que en ediciones posteriores aparece con el nombre de Garci
Ordóñez de Montalvo, tomó tres libros de un antiguo relato caballeresco, probablemente del
siglo XIV, y les dio nueva forma. He aquí el modo cómo Montalvo describe sus propósitos y
los cambios que él hizo: "E corrigióle de los antiguos originales que estaban corruptos e
compuestos en antiguo estilo... quitando muchas palabras superfluas e poniendo otras de
más pulido y elegante estilo...; animando los corazones gentiles de mancebos belicosos, que
con grandísimo afecto abrazan el arte de la milicia corporal, animando la inmortal memoria
del arte de la caballería, no menos honestísimo que glorioso". Montalvo, a la nueva redacción
de los tres libros, añadió uno de su cosecha. La obra resultante apareció impresa, no se sabe
si por primera vez, en Zaragoza, el año 1508, con el título de Los cuatro libros del virtuoso
caballero Amadís de Gaula, y al poco tiempo de publicarse se convirtió en uno de los libros
más leídos en toda Europa, y de mayor progenie literaria.
La obra, síntesis de los relatos del antiguo ciclo bretón, Tristán, Lanzarote, etc., narra las
extraordinarias aventuras, los infortunios y trabajos, los mil hechos gloriosos de Amadís, el
Doncel del Mar, flor de los caballeros y dechado de enamorados, hijo de Perión, rey de Gaula
y de la princesa Elisena; los fieles amores de Amadís con la bella Oriana, hija del rey Lisuarte
de la Gran Bretaña; su encuentro y combate con sus hermanos Galaor y Florestán, y otros
infinitos episodios de encantamientos, defensa de doncellas desvalidas, peleas con gigantes,
caballeros soberbios y criaturas monstruosas, como el endriago de la isla del diablo, hasta
que al fin Amadís, reunido y casado con Oriana, después de vencer dolorosas separaciones y
dificultades, ve armado caballero a su hijo Esplandián, llamado como su padre a grandes
destinos, según el vaticinio de la sabia Urganda la desconocida.
Hoy se lee poco el Amadís. La monótona artificialidad de su prosa; el cúmulo de episodios
fantásticos, sus exageraciones idealistas, no son manjares agradables para atraer el gusto de
lectores formados en la tradición realista del siglo pasado o en la intelectualidad del nuestro.
El hecho de que el Amadís sea hoy poco leído no debe hacernos olvidar el valor histórico de
una obra de la que Menéndez Pelayo dijo que era "una de las grandes novelas del mundo,
una de las que más influyeron en la literatura y en la vida".
Era el Amadís el primer ejemplo en las literaturas modernas de la narración larga en prosa
con un héroe y un tema central. Por su espíritu, exaltación poética del amor, de la justicia, de
la lealtad, de la galantería, de la aventura y de la gloria, con un sentido más humano que el
de los viejos laisses, o poemas caballerescos, es comprensible que entusiasmase a una
sociedad como la del Renacimiento, que buscaba en todo la perfección y que en todo se
sentía llamada a realizar altas empresas. Su estilo, modelo de galantería, de empuje, de
empaque, de expresión de toda una dialéctica amorosa, fue guía de caballeros y amadores.
Por eso se leyó en toda Europa, desde el palacio de Francisco I, a cuyas incitaciones se debió
la traducción francesa de Nicolás Herberay des Essarts en 1540, hasta los estratos más
humildes. Cuando Bernal Díaz del Castillo, en su Historia de la Conquista de Nueva España,
quiere ponderar el espectáculo grandioso que a los ojos de los soldados de Cortés ofrece la
ciudad de México, no se le ocurre comparación más adecuada que la de las maravillas que se
cuentan en el Amadís. San Ignacio y Santa Teresa nos dicen que fue lectura favorita de su
infancia.
De él se derivan todos los libros de caballerías, de invención cada vez más estrafalaria, que
durante más de medio siglo fueron lectura preferida de los españoles.
El Amadís no es producto aislado. De 1490 es otra famosa novela caballeresca, Tirant lo
blanch, una de las últimas obras de la literatura catalana antigua. En ella hay algo ya del
tono burlesco de las parodias caballerescas italianas. Quizá más que con esta novela de su
género se relaciona espiritualmente el Amadís con la artificiosidad de la poesía amorosa de
los cancioneros y con el idealismo erótico de la novela sentimental que, a imitación de la
Cárcel de amor, sigue cultivando Juan de Flores, autor de Grimalte y Gradisa (1495?) y de la
Historia de Grisel y Mira bella, obras que tuvieron por algunos años una boga sólo superada
por el Amadís. La difusión de estas obras era el comienzo de la influencia literaria española
en el resto de Europa, que iba a durar hasta bien entrado el siglo XVII.