LITERATURA ESPAÑOLA - La literatura contemporánea (1898-1939)
LA PROSA Y EL TEATRO DEL 98 Y EL MODERNISMO
VALLE-INCLAN. - Personalidad y artista de perfil originalísimo aun entre un grupo de
escritores originales y raros es don RAMON DEL VALLE-INCLAN (1866-1936), nacido en
Villanueva de Arosa, en las rías gallegas.
Desde el principio llevó a su arte, por un lado, una nota del celtismo musical, lírico y
misterioso, respirado en el ambiente de su región natal, por otro un refinamiento
decadentista y sensual, resultado de la influencia de escritores como el francés, Barbey
D'Aurevilly, el italiano D'Annunzio y el portugués Ega de Queiroz.
Es Valle-Inclán, el escritor que aparece más identificado con los ideales estéticos del
simbolismo y del modernismo. Artista puro de la palabra y de la imaginación no se vuelve
hacia el pasado en busca de la historia sino en busca de la poesía, que encuentra en lo
legendario, lo extraño, lo arcaico.
Ha escrito novela, teatro y verso, sin que tampoco en su obra podamos trazar con precisión
la línea divisoria de los géneros. Dentro del gran recinto de su mundo poético, ha tratado en
diferentes fases de su obra temas diversos, cambiando de estilo a medida que cambiaba de
tema.
Su primera fase, excluidos algunos ensayos juveniles, presenta dos aspectos: obras de
inspiración gallega, con una estilización lírica del ambiente campesino, popular y pastoral:
Flor de santidad, los cuentos de Jardín umbrío, la poesía de Aromas de leyenda; y,
paralelamente, el arte erótico, refinado, evocador y musical de las cuatro Sonatas (de otoño,
estío, primavera e invierno).
A esta primera fase -aunque la cronología no sea muy rigurosa y se entremezclen obras de
uno y otro estilo- sigue la de las novelas de la guerra carlista: Los cruzados de la causa, El
resplandor de la hoguera y Gerifaltes de antaño, y las comedias bárbaras: Aguila de blasón,
Romance de lobos, Cara de plata. Obras de inspiración primitiva y estilización dramática
más que lírica, de un mundo de terror y violencia: de supervivencias medievales.
Por último Valle-Inclán, después de pasar por otras varias modalidades -arcaísmo gótico de
Voces de gesta, refinamiento versallesco de La marquesa Rosa-linda-, deriva hacia un estilo
y una visión que parecen diametralmente opuestos a los de sus obras anteriores.
Crea el arte satírico, grotesco de sus "Esperpentos", género híbrido entre la farsa y la novela
dialogada: Divinas palabras, Luces de bohemia y Los cuernos de don Friolera; o la poesía de
La pipa de Kif y El pasajero. Si antes estilizaba lo bello y poético, ahora estiliza lo bajo y lo
feo y al impresionismo musical y plástico, substituye el expresionismo gesticulante.
Este último estilo es el que usa en algunas de sus últimas novelas como Tirano Banderas, de
tema hispanoamericano, y las tres del Ruedo Ibérico, sobre la España de Isabel II.
Recorre como se ve, Valle-Inclán, una amplia serie de motivos, desde lo pastoral, exótico,
armonioso y decadente hasta lo deformado, plebeyo y barroco en su fealdad como un
"sueño" de Quevedo o un "capricho" de Goya.
En la raíz estética su arte no cambia. Conserva en todas sus fases su propósito de
desrealización poética, el poder creativo de la palabra, el ritmo musical del lenguaje -
armonioso unas veces, disonante otras- y algunos temas que como los grandes románticos y
los grandes barrocos combina siempre con gran efecto: la religión, el amor, el terror y la
muerte.
Gran prosista y gran poeta, místico enamorado de la belleza, según explica en su libro de
ensayos La lámpara maravillosa, Valle-Inclán, parece completamente ajeno a las
preocupaciones españolas de sus compañeros de generación; pero no es así. Su españolismo
es tan profundo como el de cualquiera de ellos y está en la base de toda su obra: en el
sentimiento sensual y religioso, en su poesía arcaizante y campesina, en la violencia de sus
personajes, en su culto a lo medieval y gótico o a lo grotesco y barroco, en la emoción céltica
y regional de sus evocaciones de la vida gallega, en la ironía moral y quevedesca de sus
"Esperpentos" y más que nada, en la sustancia poética de su lenguaje.