LITERATURA ESPAÑOLA - La literatura contemporánea (1898-1939)
LA PROSA Y EL TEATRO DEL 98 Y EL MODERNISMO
BENAVENTE. - Una renovación no menos intensa que la que realizaron en la novela y el
ensayo los prosistas estudiados, significa en el teatro la obra de JACINTO BENAVENTE (n.
1866), que respiró, como ellos, el aire de fin de siglo y se reveló con varias obras no
dramáticas de estilo lírico y modernista, Teatro fantástico (1892) y Cartas de mujeres.
Al mismo tiempo con su primera comedia El nido ajeno (1894) y otras que siguieron poco
después -Gente conocida, El marido de la Téllez, La comida de las fieras, La gobernadora, Lo
cursi, Los malhechores del bien- vino a dar nueva vida al teatro español dominado entonces
por el melodramatismo declamatorio y las obras de tesis de Echegaray y sus discípulos.
La comedia benaventina era lo más opuesto al gusto imperante que cabía concebir: sutil e
irónica, sin acción, ni pasiones ni tesis, llevaba a la escena las costumbres de la aristocracia y
la clase media madrileñas mostrando sus prejuicios e hipocresía con intencionada
mordacidad. Supeditadas al propósito satírico se perciben en el arte dramático de Benavente
desde su primer momento otras tendencias y cualidades que se desarrollan más tarde hasta
llegar a prevalecer. Algunas de ellas -finura en el diseño psicológico de los caracteres y
riqueza de ideas- darán a su obra amplitud y altura; pero otras -recargamiento sentimental y
abuso de un simbolismo lírico, no siempre de buena ley- rebajarán su valor y se traducirán
algunas veces en caídas lamentables.
Como en otros escritores del modernismo las influencias en Benavente son muy numerosas,
aunque en su caso, están también asimiladas y fundidas por un temperamento original. Sus
modelos inmediatos fueron probablemente algunos comediógrafos franceses, Dumas hijo,
Henri Lavedan, Maurice Domay o Alfred Capus; mas sus maestros verdaderos fueron
Shakespeare y Moliere. De los modernos debe bastante a Ibsen y a Maeterlinck y entre los
españoles su teatro puede relacionarse, aunque no haya influencia directa, con la comedia de
costumbres de Moratín hijo y con algunos dramas de Galdós.
El arte de Benavente crece y pasa por diversas modalidades hasta llegar a su plenitud en Los
intereses creados (1907) -gran sátira de la naturaleza humana-y en los dramas de ambiente
rural: Señora ama (1908) y La malquerida (1913).
Hay entre sus otras comedias -ha escrito cerca de doscientas- algunas de belleza teatral y
poética o de interés humano y social: La fuerza bruta, Rosas de otoño, La noche del sábado,
El mal que nos hacen. En general, Benavente, maestro en el diálogo -ágil, ingenioso, natural-
y en todos los pormenores de la técnica escénica, ha tendido cada vez más a hacer un teatro
de fórmula y durante los últimos veinte o treinta años rara vez ha producido nada superior a
las creaciones de su juventud. Se repite en él, el caso de todos. Escritores muy arraigados en
las corrientes artísticas e ideológicas finiseculares han permanecido durante más de
cincuenta años idénticos a sí mismos, sin poderse adaptar a los cambios que trajo la primera
guerra mundial. Han cambiado en lo externo -temas y quizás algunos rasgos de su estilo-,
pero no en la sustancia ni en su actitud ante la realidad, materia del arte.
Con todo, Benavente, deja también una obra duradera, en la cual junto a nuevos métodos
artísticos, se da una honda visión de la vida contemporánea y del ser humano y no hay en el
teatro posterior nada que la aventaje.