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GEOGRAFIA ECONOMICA - La población humana
DISTRIBUCION HISTORICA DE LA HUMANIDAD SOBRE LA TIERRA
EL HEMISFERIO NORTE. - En él han existido y existen regiones prácticamente despobladas, en
tanto que en otras la población humana es muy abundante, al punto de considerarse
"económicamente" superpobladas. Tales son, por ejemplo, la provincia de Kiangsu, en China, la
zona más densamente poblada del mundo, y la región central de la India, en Asia. Existen, en
cambio, el territorio interior de China, la Mogolia, el norte de Siberia, todo el norte del Canadá,
los desiertos africanos y otras regiones del hemisferio norte, que suman millones de kilómetros
cuadrados, donde la población humana es sumamente escasa y, en ciertos puntos, totalmente
inexistente. Esta desigual distribución de la población humana responde, evidentemente, a las
condiciones físicas y meteorológicas, a la ausencia de vegetación, de vida animal, a los rigores
de calor o de frío, a la falta de lluvias, a la esterilidad o erosión del suelo, allí donde la población
no arraiga o no penetra; y a las buenas condiciones de clima, de humedad y de fertilidad del
suelo, allí donde la población se ha mantenido muy densa y aun se ha multiplicado en los
últimos años.
Históricamente, por lo que sabemos, los valles ribereños de la China y de la India y la cuenca del
mar Mediterráneo fueron las regiones más densamente pobladas del planeta. El hecho
respondía, sin duda alguna, a las superiores condiciones de clima y fertilidad del suelo de todas
estas zonas, que atraían y propiciaban la multiplicación de la vida animal, y, por ende, la de la
población humana, que predominaba sobre la de las demás especies. Las grandes migraciones
que registra la historia indican, por lo general, estas regiones como meta de los más numerosos
y copiosos éxodos humanos. La composición antropológica de sus poblaciones es también más
compleja que la de otras partes, señal inequívoca de sucesivas invasiones. Más adelante,
particularmente en los últimos siglos de la era antigua, el radio de las migraciones se extendió
hasta los extremos occidentales de la Península Ibérica, de Francia y de las Islas Británicas. Allí,
los arcanos del océano Atlántico, inabordables para gentes primitivas, detenían el curso de las
corrientes humanas en busca de ventajas económicas para fundar un nuevo hogar, o en busca de
botín con que saciar sus apetitos a costa del trabajo ajeno.
Fue posiblemente ese límite infranqueable que deparaba el Atlántico a las corrientes migratorias
hacia Occidente lo que motivó un desarrollo más intenso de las actividades económicas entre las
poblaciones europeas. De igual modo, las corrientes migratorias hacia Oriente, al chocar contra
el valladar del océano Pacífico, provocaron cierto auge industrial entre las poblaciones ribereñas
de la China; y las migraciones meridionales, al encontrarse con la barrera del océano Indico,
tuvieron que detener su marcha y contribuir con su ingenio y su industria al mayor progreso de
la India. Es así como se consolidaron y acrecieron estos tres grandes núcleos de población
humana que son Europa, China y la India, los que, con representar apenas una décima parte de
la superficie habitable del globo, reúnen a más de la mitad de sus habitantes. El fenómeno se dio
allí, y no en otras partes, por ser las regiones más aptas para la vida humana: a la riqueza y
variedad de su suelo se unían abundantes reservas forestales que facilitaban la construcción y
conservación de viviendas; lluvias regulares y suficientes y temperaturas apropiadas para los
cultivos y la cría de animales domésticos; cambios frecuentes de vientos, de insolación y de
humedad, que vigorizan el cuerpo y estimulan las actividades; y, finalmente, medios de
comunicación, terrestres, fluviales o marítimos, que facilitaban y estrechaban las relaciones de
los grupos sobre un área relativamente extensa.
EL HEMISFERIO SUR. — En éste no se
ha dado otro caso histórico de una elevada
concentración humana que el de la isla de Java, en Indonesia, cerca de la línea ecuatorial, donde
hoy se cuentan 300 habitantes por kilómetro cuadrado. La isla ofrece condiciones excelentes
para la vida humana, pero el fenómeno no tiene paridad en otras regiones circunvecinas o
alejadas, igualmente favorecidas. Existe aquí, sumado a las circunstancias propicias de suelo y
clima, un ejemplo típico de vitalidad de una raza sobria y activa.