GEOGRAFIA ECONOMICA - La población humana
CARACTERISTICA DE LA DISTRIBUCION EN EPOCAS MAS RECIENTES
Modernamente, la distribución de la población humana, sin negar la vigencia de las leyes
fundamentales económicas a que está sometida la vida del hombre, ofrece características
distintas, de un orden más elaborado y artificial que el de las sociedades primitivas. Europa no
sólo supo aprovechar y transformar los productos propios de su suelo y de su ambiente, sino
que estableció comercio con las tierras más lejanas, importó y asimiló los productos de éstas,
desarrolló, a la par que su comercio, sus industrias y manufacturas, complicó su vida con el
cultivo de las ciencias y las artes, multiplicó sus necesidades así como los medios de satisfacerlas.
De tal suerte, su población perdió el carácter puramente vegetativo para dedicarse a labores y
empresas de más amplia proyección tanto en el espacio como en el tiempo, perfeccionando los
medios de producción y de transporte y conquistando mercados remotos, de una parte; y de
otra, previniendo las contingencias del futuro con la constitución de reservas alimenticias, de
materias primas y productos elaborados, de forma que quedase asegurado el abastecimiento de
las poblaciones y su progresivo aumento. Este sentimiento de creación y de previsión que
apareció en la época del Renacimiento, permitió el crecimiento rápido de la población europea
durante la llamada Edad Moderna y, a pesar de las guerras y de la acelerada expansión colonial,
que mermaban sus efectivos humanos, Europa pudo duplicar su población en el curso del
último siglo.
Cambios tan radicales en las actividades económicas del hombre debían producir cambios no
menos aparentes en la distribución de las poblaciones. La división del trabajo se complicaba con
la aparición de nuevas ocupaciones y profesiones. Las máquinas y los inventos se sobreponían a
las industrias y labores primitivas y extendían el radio de las actividades del hombre en un
plano superior. De tal forma, la pirámide económica quedaba invertida, y la dependencia en la
producción y las ocupaciones primarias parecían disiparse en el vasto campo de las ocupaciones
secundarias y terciarias. Por otra parte, los procesos industriales modernos exigían un orden
vertical en la continua sucesión de operaciones que van desde la captación de energía y
primeras materias hasta la entrega del producto acabado, listo para la distribución y el consumo,
lo que significa el alistar grandes masas humanas y la acción de una fuerza centrípeta que atrae
la población hacia los núcleos urbanos y las zonas más industrializadas.
Fue así como la regla comprobada de hallar las mayores concentraciones de población en los
espacios más acordes con la satisfacción de sus necesidades cobró un nuevo aspecto y, sin
perder su razón fundamental, no fueron ya las condiciones de suelo y de clima las únicas
determinantes de su distribución. La aparición de la caldera de vapor como fuente de energía
inanimada dio por resultado la rápida industrialización de aquellas regiones que disponían de
importantes yacimientos carboníferos, y no fue la cuenca del Mediterráneo, sino Alemania,
Bohemia, el norte de Francia, los Países Bajos y Gran Bretaña los que vieron aumentar su
población. Incluso en el Mediterráneo, las zonas más densamente pobladas fueron las más
industrializadas: Cataluña y el norte de Italia.