BOTÁNICA El agua en la economía de las plantas
Como existen en el medio (suelo y aire) los elementos que la planta necesita, sustancias
minerales, agua, y el gas carbónico indispensable para la síntesis de los alimentos orgánicos,
lo que tiene lugar especialmente en las hojas, se deduce que en el cuerpo de la planta debe de
haber una circulación continua de los diversos materiales en todas las direcciones, a fin de que
cada sustancia llegue al lugar donde debe ser aprovechada para su transformación en otros
productos o para la propia manutención del vegetal.
Existe, pues, una continua circulación de agua, compuestos minerales y compuestos orgánicos
en el cuerpo del vegetal.
El ciclo del agua en la planta comprende fenómenos de absorción, conducción y transpiración,
los que obedecen y dependen de las leyes físicas de la osmosis, principalmente en el caso de
las plantas de organización inferior, como las algas, musgos y hepáticas. En las plantas de
organización más complicada, además de los fenómenos osmóticos, generalmente existe un
gran sistema conductor que facilita la absorción del agua; no obstante, la introducción inicial
en los vasos conductores depende directamente de la presión osmótica. La raíz de las plantas
terrestres, por medio de los pelos absorbentes, está generalmente en íntimo contacto con las
soluciones acuosas que existen en el suelo. La solución del jugo celular alcanza presiones de
varias atmósferas que atraen el agua terrestre hacia el interior del vegetal. Los pelos
absorbentes quedarían saturados de agua si no estuvieran en contacto con células de otros
tejidos que suministran continuamente agua al sistema conductor, estableciendo una corriente
entre los pelos y este sistema.
A primera vista, la absorción del agua aparenta ser un fenómeno puramente físico, aunque se
trata de un proceso fisiológico que depende, en varios sentidos, de la actividad vital de la
célula. Hay casos de plantas que se marchitan en suelos suficientemente húmedos debido a
que las raíces, como consecuencia de sus condiciones fisiológicas, que pueden depender de la
temperatura, son incapaces de absorber agua. Tales condiciones del vegetal transforman los
suelos físicamente húmedos en fisiológicamente secos.