BIOLOGÍA - La teoría de la evolución
Explicar la existencia sobre la Tierra de muchas centenas de millares de especies animales y
vegetales, es una de las tareas primordiales de la Biología.
Según una creencia simplista, cada especie fue creada independiente, y más o menos al mismo
tiempo que la Tierra, por un ser sobrenatural. Tal como la creencia en la inmovilidad del
globo terráqueo, esa concepción fue, a través de los siglos, considerada indiscutible, hasta que
la fuerza de los hechos demostró el absurdo de ambas. Pero ante nuestros conocimientos
actuales es tan ridículo pensar que las onzas, papagayos y moscas surgieron sobre la Tierra sin
provenir de otros animales, como juzgar que el globo reposa, inmóvil, sobre los hombros de
Atlas.
El mayor mérito de la ciencia del siglo pasado fue el de haber edificado sobre bases sólidas la
teoría de la evolución. Quedó probado que los animales y las plantas actuales provienen de
especies que vivieron en épocas remotas, las que poco a poco se fueron diferenciando bajo la
acción de factores naturales, hasta producir la multitud de especies actuales, inclusive el
hombre.
Así como las familias humanas se van ramificando en diversos sentidos, también la evolución
de las especies se produjo en diversas direcciones, en ramificaciones sucesivas, formando un
árbol genealógico complicadísimo. La ignorancia de este hecho ha provocado mucha
incomprensión y error, como la afirmación corriente de que el hombre proviene del mono; en
realidad ellos son dos ramas que han salido de un tronco común, hoy extinguido, y no el uno
del otro.
La evolución no se produce linealmente, sino según un árbol genealógico ramificadísimo.
Aquí figuran los principales troncos de la evolución de los animales, mostrando sus relaciones
más probables.