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BIOLOGÍA - Sucesiones y formaciones
LA FLORESTA TROPICAL
Donde coinciden las altas temperaturas con una gran humedad perfectamente distribuida
durante todo el año, la vegetación alcanza mayor auge. Es lo que ocurre en el Amazonas. Hay
lluvias abundantísimas que provocan en el Bajo Amazonas grandes crecidas, y no hay época
seca ni fría. La vida vegetal no encuentra en el clima limitación a su desarrollo, ni tampoco la
encuentra en el suelo, ricamente abonado por los vegetales muertos. Las más diversas especies
se mezclan, se comprimen, se entrelazan y se ahogan, cubriendo un área inmensa con un
espeso tapiz verde, bordeado sólo por el curso de los ríos.
El problema es de espacio vital, y la lucha es por la luz. Los árboles crecen mucho más que si
no hubiera concurrencia y se adelgazan tratando de perforar el manto verde y conquistar sol.
Una inmensa legión de epífitas —orquídeas, bromeliáceas, helechos—, aprovechando la
atmósfera superhúmeda, puebla el resto de la floresta, donde se agitan también animales
arborícolas de todas clases. Enredando inextricablemente los troncos, las lianas y trepadoras
forman cortinas impenetrables. Y durante el año entero los árboles se mantienen verdes, en
plena actividad nutritiva.
Matas comparables a la amazónica existen en la parte oriental de América Central, en las
Guayanas y en parte de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.
Un tipo de floresta algo menos lujuriante, con epífitas y lianas en menor número, cubre una
larga faja que bordea el litoral sudeste brasileño. Debe su existencia a la sierra que se extiende
a lo largo de esta costa y obliga a las nubes que vienen del Atlántico, saturadas de humedad, a
precipitarse en abundantes lluvias.
En compensación, el altiplano central brasileño, al oeste de la sierra, recibe menos agua, y allí
se instalan las sabanas.
En la Argentina, de Norte a Sur y de Este a Oeste, se agravan los factores climáticos; las
florestas del extremo norte van cediendo lugar a los bosques de árboles que dejan claros, los
cuales ocupan una gran superficie en el centro del país; éstos son sustituidos por los montes,
como llaman los argentinos a los bosques bajos y ralos, pero enmarañados de hierbas y
arbustos, y por fin, dominan la pampa y la estepa patagónica.