BIOLOGÍA - Los seres vivos y el medio
ADAPTACIÓN
El individuo y el medio son los dos protagonistas del drama de la vida. De sus interrelaciones
resultan los fenómenos vitales. Sólo cuando los caracteres del medio y los del individuo
armonizan, engranan, la vida se mantiene.
No podríamos vivir en el mar, porque sus características son incompatibles con las nuestras.
Nuestra piel, apropiada para el contacto con el aire, no soportaría la inmersión continua.
Nuestra musculatura no sería capaz de mantenernos constantemente en la superficie para
respirar, ni nuestros pulmones son capaces de aprovechar, como lo hacen las branquias de los
peces, el oxígeno disuelto en el agua. En poco tiempo moriríamos de cansancio y de sed, si no
fuésemos atacados antes por los tiburones, contra los cuales no tenemos medios de defensa.
Las características de ese hábitat medio acuático, salinidad, aire sólo en la superficie, suelo
sólo en el fondo, falta de alimento apropiado para nosotros, presencia de tiburones no
armonizan con las nuestras piel apropiada para el contacto con el aire, necesidad de agua
dulce, respiración por pulmones, aparato locomotor propio para la marcha, incapacidad de
nutrirnos en el mar, imposibilidad de fuga o defensa contra los tiburones.
Por el contrario, nuestros caracteres están en perfecta armonía con el medio terrestre.
El caso inverso ocurre con los peces, cuyo organismo es en todo apto para la vida acuática, y
mueren en seco.
Hay, pues, una estrecha relación entre los caracteres de los seres y las propiedades del hábitat
que ocupan, lo que expresamos diciendo que ellos están adaptados al medio.
Pero en un mismo hábitat viven animales y plantas diversos. En un terreno anegado, por
ejemplo, encontramos algas, aguapiés, "tabóas" (plantas acuáticas), protozoarios, caracoles,
vermes, pececillos, renacuajos de sapos, larvas de mosquitos y de libélulas, insectos adultos,
arañas y aves acuáticas. Cada especie tiene caracteres diferentes, con los cuales explota el
hábitat a su modo a fin de vivir y reproducirse. Las algas, sumergidas, absorben los alimentos
y el anhídrido carbónico disueltos en el agua; el aguapié flota y capta el anhídrido carbónico
de la atmósfera; la "tabóa" tiene raíces en el fondo y hojas en el aire; los caracoles, pececillos y
larvas de libélulas, aunque con órganos respiratorios diferentes, consiguen extraer el oxígeno
disuelto en el agua; las larvas de mosquito, las arañas y los "percevejos-dágua" (hemípteros)
tienen que subir a la superficie en busca del aire atmosférico.
Diversos organismos exploran así el mismo ambiente por medio de órganos diferentes. Por lo
tanto, el modo de vida de cada especie resulta, por una parte, de la organización del ser, y por
otra, de las características del hábitat que ocupa.
¿Cómo se explica que las especies adquieran los órganos adecuados para la vida en
determinado medio? Este asunto es de tal importancia, que lo trataremos más adelante. Por
ahora presentaremos algunos ejemplos de adaptación de especial interés.