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BIOLOGÍA - Reflejos y tropismos
LOS REFLEJOS
Nuestro iris se contrae involuntariamente y sin que tengamos conciencia de ello cuando llega
a nuestra retina una luz más fuerte. Éste es el tipo de acto reflejo propiamente dicho:
automático e inconsciente. La excitación, partiendo de los ojos, es conducida por el nervio
óptico y llega a ciertas células encefálicas de las cuales parte la orden de contracción del iris.
El arco reflejo que va del órgano sensitivo al órgano motor puede pasar sólo por la medula. Es
lo que se prueba con una rana decapitada que encoge la pierna cuando la pellizcamos.
El camino que recorre el influjo nervioso desde el órgano sensitivo hasta el efector, es decir, el
arco reflejo, puede ser más largo o más corto, interesando un número variable de células.
Un acto reflejo simple está compuesto solamente por dos células nerviosas. Cuando
acercamos el dedo inadvertidamente a una llama, inmediatamente recogemos el brazo, aun
antes de tener conciencia de la quemadura. La sensación es recogida por las terminaciones de
una célula nerviosa sensitiva, que la conduce a la medula, donde la comunica a las
prolongaciones de una célula motora que lleva a los músculos del brazo la orden de
contracción. Es cierto que otras células conducen la sensación al cerebro, pero ésta llega allí
cuando ya hemos realizado el movimiento defensivo inconscientemente.
Otros reflejos interesan tres células nerviosas, sirviendo la tercera de intermediaria entre la
sensitiva y la motora.
Ejemplos de reflejos son el estornudo, la tos involuntaria, un salto que se produce como
consecuencia de un susto, el movimiento de la pierna hacia delante cuando se golpea el
tendón de la rodilla, el descenso del párpado cuando se toca el globo ocular, el acto de
procurar un apoyo cuando se resbala, etc.