BIOLOGÍA - Instinto e inteligencia
EL ACTO INTELIGENTE
Una persona, sentada tranquilamente durante algún tiempo, de pronto se levanta y va a
hablar por teléfono. A primera vista, este acto no fue provocado por ningún excitante. Pero, en
general, no es difícil que la misma persona descubra que, por ejemplo, la imagen de un objeto
que vio por casualidad ha provocado una asociación de ideas que le hizo recordar un
compromiso, y de ello resultó la acción.
Es que el hombre tiene una vida psíquica tan intensa, comparado con los animales, que los
excitantes extremadamente débiles son captados y producen grandes efectos, si su máquina
nerviosa está dispuesta para ello.
En otros casos no se llega a descubrir ningún excitante externo que haya provocado la acción.
Para no entrar en una discusión sutil y difícil, vamos a admitir que él no exista y que las ideas
o recuerdos surgidos en apariencia espontáneamente constituyan en tales casos el excitante.
De cualquier modo, lo que caracteriza la conducta inteligente es que la correlación entre los
excitantes y la respuesta es intensamente elaborada por el cerebro y que influye en ella de
manera preponderante una gran cantidad de estímulos internos, que groseramente podemos
reunir en tres grupos:
La voluntad de realizar un designio que tenemos en la mente.
Hechos guardados en la memoria, tales como conocimientos sobre los efectos de ciertas
actitudes anteriormente tomadas por el mismo individuo (experiencia personal) o por otros
(aprendizaje por información).
El estado emotivo, que nos dará mayor disposición para actuar de esta o aquella manera.
El acto inteligente tiene, por lo tanto, las siguientes características: a) se realiza con
conocimiento del objeto a alcanzar y en función de este objeto; b) es poco eficiente al principio,
pero se perfecciona a medida que aumenta la experiencia; c) se adapta a circunstancias
nuevas, manteniéndose firmemente dirigido hacia el fin preestablecido.
En la conducta instintiva, por el contrario, la correlación entre excitante y respuesta es simple
y muy estable, prácticamente no influida por estímulos psíquicos internos.
Por consiguiente, son características de la conducta instintiva: a) realizarse sin conocimiento
del objetivo a alcanzar; b) ser innata, alcanzar desde la primera realización perfecta eficiencia
y no perfeccionarse con la repetición; c) no adaptarse a nuevas circunstancias, para alcanzar el
mismo objeto.