ZOOLOGIA - Los cordados
DE LA BOCA DEL ANFIOXO A LA BOCA DE LOS VERTEBRADOS
La boca del anfioxo, como antes hemos visto, se halla desprovista de todo elemento óseo y se
comunica por atrás con la cavidad de la faringe, en cuyas paredes se abren las hendiduras
branquiales. Toda esta región, boca, faringe y aberturas branquiales, a partir del anfioxo va a
sufrir una serie de importantes transformaciones. La primera clase de los vertebrados, los
ciclóstomos, se asemeja mucho al anfioxo en cuanto a la disposición de las partes bucales y la
faringe; hay una boca ventral circular, desprovista, como en el anfioxo, de cualquier clase de
esqueleto. Las aberturas branquiales de la faringe son en número de siete pares, y cada branquia
tiene un arco de sustentación cartilaginoso. Los demás vertebrados, empezando por los peces,
presentan una gran modificación en cuanto a las partes bucales. La boca se abre en la primera
hendidura branquial, de modo que el primer par de arcos branquiales, soldados por delante,
forman la mandíbula inferior, y al mismo tiempo, se desarrollan huesos o cartílagos que
constituyen el esqueleto de la cara, incluso la mandíbula superior. Los demás arcos branquiales de
los peces se asemejan a los de los ciclóstomos, sobre todo en los peces cartilaginosos (rayas y
tiburones), cuyas hendiduras branquiales se abren separadamente al exterior. En los peces óseos,
las branquias tienen una abertura común protegida por un hueso superficial, el opérculo. Después
de los peces, prodúcense nuevas transformaciones, fundamentalmente ligadas a un completo
cambio en la vida de los animales, que de un medio acuático pasan a un medio aéreo. Estas
transformaciones consisten principalmente en la desaparición de las branquias y la aparición de
pulmones. Los restos de los arcos branquiales van a constituir el hueso hioides de los anfibios,
reptiles, aves y mamíferos. Algunas partes del primer arco constituyen los huesecillos del oído
medio de los mamíferos, llamados martillo y yunque. Otras partes del segundo arco constituyen
el estribo. Esta transformación radical realizada en las clases que siguen a los peces, se comienzan
a observar ya en los anfibios. Algunos de ellos, aun siendo adultos (perennibranquios y
criptobranquios), poseen branquias y pulmones. Aquellos que no tienen branquias en su estado
adulto, las presentan durante su fase larval, como se puede comprobar fácilmente en los
renacuajos, que tienen el aspecto general de pececitos, con una larga cola, y que poseen branquias,
las cuales son reabsorbidas al mismo tiempo que se desarrollan los pulmones. Cuando éstos
comienzan a funcionar, ya aquéllas han desaparecido casi por completo. Los demás vertebrados,
incluso el hombre mismo, durante las primeras fases embrionarias presentan aberturas
branquiales, o vestigios de ellas, que después se cierran, lo que prueba el origen común de estas
clases. Esta repetición, aun cuando sea sumaria, de órganos que existen bien desarrollados en las
clases inferiores, es lo que se conoce en biología como ley de la recapitulación. Estas
transformaciones del aparato branquial, como consecuencia del cambio de la respiración acuática
en respiración aérea, fueron posibles gracias a la preexistencia de un órgano que vendría a
representar funcionalmente los pulmones y que se encuentra en la mayoría de los peces, la vejiga
natatoria, que ya funciona como órgano respiratorio en los peces pulmonados o dípnoos.