PSICOLOGIA - El dinamismo estructural
CREENCIAS, ACTITUDES Y PROPOSITOS
Todos esos términos incluyen aspectos y datos de la denominada "fase conativa" de la
actividad psíquica. Son resultados de la cristalización y delimitación de los esquemas de
conducta o pautas elaboradas de reacción individual, que surgen como un compromiso entre
las disponibilidades heredades del Ser y los aprendizajes que su experiencia vital le va dando,
en el curso de su desarrollo. Ya no es solamente la inteligencia ni el temperamento lo que aquí
está en juego, ni tampoco las influencias del ambiente (educativo, familiar, social y físico) sino,
fundamentalmente, los resultados de la síntesis personal ante cada "constelación" de estímulos
y situaciones motivantes de su respuesta individualizada. Conocer las creencias, actitudes y
propósitos de un hombre es saber cuanto de más característico e interesante hay en él. Por eso,
al conjunto de esas posturas mentales se le llama carácter y su estudio es hecho hoy con
primordial atención y singular detalle por todas las modernas escuelas psicológicas.
Es así como la Psicología está deviniendo, cada vez más, Caracterología. Y su fórmula es harto
simple: dime qué crees, cuáles son tus criterios y tus planes y te diré quién eres. Pero, claro es,
los psicólogos no se contentan con una simple declaración o testimonio verbal, fácil de
"fabricar" artificialmente, sino que investigan esas incógnitas con mayor objetividad,
valiéndose de toda clase de recursos técnicos. Y en esa búsqueda va implícita la exploración
de la llamada "personalidad", ya que, como acabamos de expresar, para los fines de la
valoración social lo que interesa y cuenta no es lo que cada cual percibe o siente sino lo que
cada cual se propone y hace. A esto se llama, en términos psicológicos, la "conducta explícita"
y su trama subjetiva, su base consciente es, precisamente, el conjunto de los fenómenos
conativos, que estamos considerando ahora.
Una observación superficial podría hacer pensar que la "creencia" es un acto puramente
intelectual, mas desde los estudios de Mac Dougall y de la escuela psicodinámica se ha
comprendido que el argumento lógico es inoperante si no se acompaña del motor afectivo y
conativo, es decir, de la fe y del propósito. No creemos lo que sabemos ni lo que es verdad
sino que nos parece saber y ser verdad lo que creemos. No creemos, tampoco, lo que
queremos creer sino lo que podemos creer, de acuerdo con las circunstancias peculiares de
nuestras actitudes mentales y de nuestras necesidades vitales más urgentes.
Y lo mismo puede afirmarse acerca de los propósitos. Estos no derivan de un análisis frío y
objetivo de los deberes o los deseos personales, sino que surgen impulsados por fuerzas más
profundas, sub o inconscientes, que luego los visten y adornan con apariencias de justificación,
para engañar a los demás y a nosotros mismos. Cuando alguien afirma y demuestra que sólo
obedece a su razón es porque padece de la pasión razonan te y en él su creencia y su fe están
en ella; mas entonces no es el contenido intelectual sino la energía conativa que a él se adhiere
lo que le obliga a esa sumisión incondicional.