PSICOLOGIA - Diagnóstico de peculiaridades psicológicas individuales
LOS "TESTS" O "REACTIVOS MENTALES"
A fines del siglo pasado, el psicólogo norteamericano Mc Cattell propuso el nombre de
"mental test" para designar a los dispositivos o medios de exploración de las aptitudes
personales, mediante la realización de ciertas tareas que, en condiciones de experimentación
homologables, las ponían de manifiesto. En esos años Binet estaba elaborando en Francia,
junto con Simon, la primera serie de tales reactivos para explorar la capacidad de
comprensión general y de juicio de los niños y jóvenes escolares parisienses. Su propósito era
crear un medio de reconocer rápidamente aquellos cuyo retraso de desarrollo mental les
impedía aprovechar las enseñanzas de la clase en que se encontraban. En 1904 fue presentada
en forma completa una serie 'de pruebas, reactivos o "tests", bajo el nombre de "Escala métrica
de la inteligencia" o, más abreviadamente, "Escala Binet-Simon".
Mediante la aplicación de esas pruebas se obtenía, por la suma de puntos, la llamada "edad
mental" del sujeto examinado: dividiendo esta edad mental por su real edad, o sea, por la
"edad cronológica", se obtenía un cociente, que Einet y Simon llamaron cociente intelectual y
al que los psicólogos anglosajones designaron con las iniciales I.Q. (Intelligence Quotient).
De acuerdo al valor de ese cociente todas las personas podían ser clasificadas,
atribuyéndoseles diversos grados de capacidad intelectual, en esta forma:
I.Q. inferior a 0,30: idiotas
I.Q. entre 0,50 y 0,70: imbéciles
I.Q. entre 0,70 y 0,90: débiles mentales
I.Q. entre 0,90 y 1,10: nivel normal
I.Q. entre 1,10 y 1,30: inteligentes
I.Q. entre 1,30 y 1,50: muy inteligentes
I.Q. superior a 1,50: geniales.
Como ya es posible adivinar, las investigaciones ulteriores (Terman, Stanford, Yerkes,
Wechsler, etc.): si bien confirmaron el valor práctico de esa "escala" para los concretos fines de
la selección escolar, limitaron mucho su validez para el conocimiento de las reales
posibilidades intelectuales del sujeto. Hoy se sabe que el conjunto de esas pruebas
heterogéneas es, apenas, un medio de valorar el "nivel mental" del sujeto que se presta a ellas
de buen grado y tiene un ambiente normal, pero es insuficiente para diagnosticar y apreciar
debidamente los casos atípicos. Dos personas con idéntico I.Q. pueden divergir
profundamente en su eficiencia ante diversos trabajos o tareas de índole intelectual.
A partir de la publicación del libro de Binet-Simon y de la difusión considerable de ese medio
de examen en Norteamérica y en Europa, empezaron a surgir diversos tipos de "test mentales"
que pretendían ser más específicos, o sea, explorar de un modo más concreto aspectos
definidos de la actividad personal. Es así como a los primitivos "tests" alemanes de Meumann
(para la exploración de la memoria), de Ebbinghaus (de la imaginación) y de Dearborn (de la
percepción visual interpretadora) se agregaron, en apenas dos decenios, centenares de "tests".
Con ellos se trataba de explorar los más diversos aspectos funcionales de la personalidad, con
vistas a deducciones y aplicaciones pedagógicas, sociológicas, psiquiátricas, de selección y
orientación profesional, diagnóstico delincuencial, etc.
Tal profusión de "tests" mentales exigió la aparición de libros y revistas dedicados
especialmente a su estudio. Y permitió, también, la incorporación de los métodos de la
estadística al estudio de la Psicología. Conociendo las medidas
de tendencia central, de
variabilidad y de distribución y correlación de unos y otros "tests" en conjuntos homogéneos
de sujetos (de igual sexo, edad, preparación cultural, etc.) se hacía posible clasificarlos,
graduarlos y compararlos con vistas a sus posibles rendimientos en tales o cuales campos del
trabajo.