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PRIMEROS AUXILIOS - Mordeduras
Es necesario conocer la importancia de estos accidentes y la manera rápida en que se debe
actuar para poder obrar con eficacia.
MORDEDURAS DE SERPIENTES. Lo importante en el tratamiento de las mordeduras de
víboras es actuar rápida y correctamente, desechando consejos y medios caseros que hagan
perder el tiempo. Lo único eficaz es el suero antiofídico aplicado inmediatamente, el que se
hará subcutáneo a dosis grandes, no menos de 20 centímetros cúbicos, y también se inyectará
en círculo en torno de la mordedura. Este suero se puede hacer polivalente o si se conoce con
exactitud la clase de víbora que ha mordido, específico para ésta. El médico, en los casos
graves, también podrá inyectarlo en forma endovenosa.
Mientras tanto se friccionará al paciente para estimularlo, se le dará a tomar café en
abundancia, pero nunca se le hará beber alcohol. Se debe hacer descansar al mordido, no
fatigarlo y se le abrigará para hacerlo sudar. Contra el desfallecimiento cardíaco es
conveniente cafeína, coramina, aceite alcanforado. Podrán hacerse otras tentativas para retirar
parcialmente el tóxico, sobre todo si no se dispone del suero. Se ligará el miembro mordido
con garrote bien puesto; se incidirá en cruz el punto inoculado y se dejará correr la sangre.
También podrá aspirarse el veneno colocando sobre la herida una ventosa. Esto es preferible al
método de la succión de la herida por los labios de otra persona; si bien en la práctica esta
persona no corre mucho riesgo, el hecho en cambio puede prestarse a muchas críticas teóricas.
Localmente se tocará la zona con yodo, empleando éste generosamente. Si se dispone de
permanganato de potasio, se hará una solución al 1 por mil y se inyectará en torno de la herida;
aun la solución de Dakin-Carrel, usada para lavados antisépticos, puede usarse, porque
produce, como el permanganato, la coagulación de la albúmina del veneno. A falta de todo
esto queda el recurso de quemar la herida con un hierro candente.
Los niños son casos especialmente graves para las mordeduras de víboras, v las dosis del
suero a inyectarse deben, por contraste con la posología ordinaria, ser en este caso tres veces
mayores que para los adultos, a fin de estar seguros de obtener un buen resultado. Se
comprenderá fácilmente esto si se piensa que a igualdad de dosis de veneno, la víctima es de
un peso mucho menor, por lo que proporcionalmente el ataque es mucho más intenso.
No entraremos en la clasificación científica de las serpientes ni en su descripción para llegar a
centrar el problema de las que pueden, al morder al hombre, inyectarle ponzoña. Esto no
conduciría a otra cosa que a una pérdida de tiempo y, por lo demás, resultaría incompleto de
acuerdo con la distribución geográfica. Lo que interesa saber es lo que se debe hacer si se ha
producido la mordedura.
Como se sabe, en las serpientes venenosas las glándulas secretoras del veneno están situadas
en la mandíbula superior, detrás y debajo de los ojos y rodeadas de músculos que, al
contraerse, hacen verter el veneno en los canalículos o surcos de los dientes. Por tanto, las
víboras sólo son peligrosas al morder.
La cantidad y calidad del veneno varía en función de la especie del animal, de la época y del
ayuno. Es más tóxico en verano y cuando la víbora ha estado en ayuno durante mucho tiempo,
y menos en invierno y cuando el animal ha diluido o gastado su ponzoña por la ingestión de
abundantes presas. El veneno contiene dos clases de sustancias: una que tiene acción local,
destruye la sangre y causa inflamación de los tejidos, y otra, de acción general, que ataca los
centros nerviosos produciendo convulsiones; ésta es la que en realidad llega a causar la
muerte por parálisis de los centros vitales, respiratorio y cardíaco, del bulbo. La proporción de
estos dos venenos varía también según el tipo de ofidio. Mientras la yarará tiene mayor
cantidad del veneno que llamaremos de acción local, en la crótalo y la coral hay predominio
de las sustancias paralizantes que lesionan el sistema nervioso.
Al describir el veneno, ya hemos dicho que los síntomas pueden ser locales o generales. Los
locales son: dolor intenso en el sitio mordido, edema, manchas moradas, por la destrucción
local de la sangre, a veces flictenas o ampollas con tendencia a la necrosis del tejido. Del sitio
de la mordedura parten cordones rojos hasta la región ganglionar, y los ganglios de la axila o
de la ingle, según el lugar de la herida, aparecen grandes y tumefactos. Mientras tanto el
estado general empeora. Los síntomas generales son: dificultad progresiva de la respiración,
angustia, pulso rápido y débil y tendencia del enfermo a desfallecer y sufrir síncopes.
MORDEDURAS DE PERROS Y GATOS. Las heridas por mordedura de estos animales suelen
ser penetrantes y con pequeños desgarros. Como tratamiento bastará lavar abundantemente la
zona con un antiséptico y aplicar una cura estéril. Si los desgarros son mayores, el médico
deberá suturarla.
Si el animal agresor estuviese rabioso o se sospecha que lo está, el tratamiento de la herida será
diferente. Se aconseja lavar inmediatamente el interior de la misma con una solución de ácido
nítrico o de fenol, porque parece ser que los agentes oxidantes, como los mencionados,
destruyen el virus inoculado con la mordedura; y se comenzará en seguida el tratamiento
antirrábico en un instituto especializado.
La rabia o hidrofobia (miedo al agua) llamada así porque el animal o la persona mordida
tienen un espasmo de los músculos de la faringe y de la laringe que le impide la deglución; la
misma saliva no puede tragarse, por lo que babean continuamente: es una enfermedad
infecciosa, transmitida al hombre por la mordedura de animales rabiosos. Después que una
persona ha sido mordida, transcurren muchos días —20 a 60— sin que se presente ningún
síntoma. Luego aparece al nivel de la herida un hormigueo con prurito y síntomas nerviosos,
que si no son tratados, llevan a la muerte por parálisis bulbar.
Una vez declarada la enfermedad, es imposible curarla; por tanto, el tratamiento antirrábico
debe iniciarse siempre precozmente.