PRIMEROS AUXILIOS - Hemorragias internas
CONTUSIONES, MAGULLADURAS Y APLASTAMIENTO
De la contusión, simple hematoma o hemorragia de los pequeños vasos, al aplastamiento más
o menos total de un segmento del cuerpo no existe otra diferencia que la intensidad de la
fuerza del agente agresor. Cuando la contusión es simple se traduce por una mancha violácea
de la piel, acompañada de cierto dolor e hinchazón de la parte afectada. El hielo o los fomentos
fríos alivian el dolor y calman o moderan la reacción orgánica de vecindad. Las aplicaciones
sedantes, el agua de Goulard, el árnica o las fricciones con alcohol alcanforado completan la
cura, la cual, si el hematoma es grande, deberá ir acompañada de reposo del miembro.
Los grandes aplastamientos dan lugar a intensos fenómenos de shock traumático, que puede
ser inmediato o secundario. En los derrumbes es común ver que el lesionado es extraído con
pocas lesiones aparentes y con buen pulso y color, pero que más tarde su estado decae,
observándose progresiva hinchazón de las partes lesionadas. La realidad es que estas zonas
lesionadas dejan pasar de la sangre a los tejidos una gran cantidad de líquido plasmático, con
lo cual el paciente entra en shock y hasta puede perder la vida. Una uniforme y moderada
compresión por medio de un vendaje algodonado de las regiones lesionadas previene, hasta
cierto punto, esta pérdida de líquido, con lo que se alivia al paciente y se previenen las
complicaciones. Si el ambiente donde se halla el traumatizado es frío o húmedo, se calentará al
paciente y se le darán abundantes líquidos estimulantes para tomar (café, té y algo de alcohol).
Las contusiones serias sobre el vientre y el tórax se acompañan de shock o estado de síncope
con facilidad. En tales casos es frecuente encontrar el vientre endurecido y ver que el
accidentado presenta vómitos y dolores intensos. Si fuera así, no se deberá dar al paciente
líquidos por la boca, sino que se colocarán sobre el vientre una o dos bolsas de goma con hielo.
Podemos sospechar en esta circunstancia que el traumatismo ha ocasionado la ruptura de una
víscera abdominal, sea hueca, como intestino o estómago, o sólida como el bazo o hígado,
según la dirección del agente agresor. El primer auxilio se limita a paralizar con el hielo los
movimientos intestinales que derraman el contenido de los intestinos en la cavidad abdominal
y en estimular las funciones antishock por la coramina y los sueros, y colocar al enfermo en
manos expertas lo antes posible.
El pronóstico de una lesión perforante del abdomen, tanto si es traumática como si es fruto de
una inflamación que llega a ocasionar derrame de los líquidos en el peritoneo (peritonitis) , se
mide por las horas transcurridas entre el accidente y la intervención reparadora y la sutura
hecha por el cirujano.