PERIODISMO - El periodista
PERIODISTA, REPORTERO, CRONISTA
Los nombres de reportero y cronista no significan lo mismo en todos los países ni en todos los
periódicos. Para unos, reportero es el periodista encargado de recoger noticias: está
generalmente en la calle y las comunica a su diario por teléfono. Rara vez es él quien redacta
esas mismas informaciones. Para otros, reportero es el cronista volante, comentarista de
reuniones deportivas o acontecimientos determinados. Finalmente, hay quien entiende por
reportero el encargado de interviuvar a determinadas personas.
El nombre, como se ve, es muy genérico, demasiado amplio, pero para nosotros reportero es el
que lleva noticias a un periódico.
Se diferencia del redactor en que éste escribe apreciaciones subjetivas o comentarios objetivos
de índole general.
Estas especies de definiciones las hemos tomado del Estatuto del Periodista de la República
Argentina. Ahora bien, todos estos conceptos de reportero, cronista, reportero o cronista
volante y redactor tienen un denominador común y es el de ser el prototipo del periodista, el
hombre que capta la noticia e informa o escribe acerca de ella de manera eminentemente
realista. Por eso de aquí en adelante, cuando hablemos del periodista y de sus cualidades o
condiciones, sépase que envolvemos dentro de esta categoría a todos los que captan noticias,
las escriben o las comentan, pero con sentido realista y suscitando interés.
No hay que confundir reportero con reportaje. Aquél es el que lleva noticias, y reportaje es una
manera hábil de presentar algún hecho o ambiente.
Se ha dicho que el reportaje hace al periodista, pero no es menos cierto que el hombre es el que
hace el reportaje. Todos los días se acercan a los diarios nuevos aspirantes a periodista, y pocos
los que son o puedan ser medianos reporteros.
El periodista nace, como el poeta, como el pintor, como el músico verdadero. Se requieren en él
dones especiales que el aprendiz perfeccionará, pero nunca creará.
Las condiciones innatas son:
Curiosidad vigilante.
Intuición espontánea para valorar la noticia.
Talento literario para escribirla.
Espíritu de observación.
Sensibilidad artística.
Capacidad para el trabajo.
Tenacidad.
Salud a toda prueba.
Sin estas condiciones no se puede ser un buen cronista, redactor o periodista. El que las posea
en grado superior llegará a ser un as dentro de la profesión.
No necesita ser un pensador profundo, pero sí tiene que ser rápido para comprender y
profundizar en el valor objetivo del hecho. El vertiginoso sucederse de los acontecimientos
pide esa rapidez para poderlos atrapar al vuelo, escribirlos y hasta comentarlos en poquísimo
tiempo. Su vida es ver, oír y escribir entre el tráfago de la circulación o en medio del ruido
ensordecedor de máquinas y voces de sus compañeros.
Para el periodista no existe el día ni la noche. Debe estar dispuesto a acudir inmediatamente
adonde se reclame su presencia, venciendo obstáculos, orillando las dificultades, no con la faz
ceñuda del policía, sino con amabilidad y cortesía para interrogar, tenacidad para seguir la
pista de los hechos oscuros, audacia para meterse en cualquier parte, serenidad de ánimo para
no pasar de espectador a espectado.
La práctica reporteril aguza, afina y acrecienta los dones naturales, soluciona muchas
dificultades, enseña a buscar el camino más corto y seguro y a tomar la vida un tanto
estoicamente. Porque la vida en realidad, del periodista de un gran diario "en un día de
batalla" es agotadora, física y moralmente. El roce con elementos no deseables, con los bajos
fondos de la sociedad, con hombres destrozados por no haber sabido dominar una pasión, con
estafadores de cuello duro; la presencia y la indagación hasta los últimos detalles, bochornosos
u horripilantes, de los crímenes y accidentes, pueden llegar a crear en la conciencia del cronista
un acorchamiento en su sensibilidad que le imposibilitaría para cumplir bien su profesión.
Como se ve, no es tan fácil la vocación de periodista, de reportero o cronista. Hace unos
cincuenta años, cuando no se tenía al periodismo como una profesión, muchos jóvenes creían
que bastaba ingresar en el diario para ser periodistas, sin investigar si reunían condiciones para
ello. Hoy, ya no puede cualquiera ser periodista, sino el que con verdadera vocación soporta
las pruebas de fuego de la vida de reportero y la no tan fácil de cronista o redactor.