PEDAGOGÍA - Etapas fundamentales de la educación
PERIODO ESCOLAR
LA ESCUELA FUNCIONAL O ACTIVA
Nuestro tiempo pide hombres aptos para vivir y producir intensamente; la creciente complicación
de los medios técnicos exige operarios cada vez más hábiles y profesionales cuya flexibilidad
mental los haga capaces de encarar las más inesperadas situaciones, tanto en el aspecto práctico
como en el teórico de sus actividades. La escuela clásica no se ocupa de estas cuestiones y su
misión concluye cuando el niño aprendió las cuatro operaciones, la escritura, la lectura y algunas
nociones de ciencias, prendidas en su mente con el imperdible poco seguro de la memorización.
La escuela adaptada a nuestra época, que según los países se llama funcional, activa, de educación
serena o escuela serena, de educación viva o escuela del trabajo, tiene como única finalidad
preparar al niño para que, ya adolescente, pueda desenvolverse en la vida social y capacitarlo
para hacer frente a los problemas y luchas que la misma impone.
La verdadera reforma que implica esta manera de encarar la enseñanza consiste en la adaptación
de la actividad educativa a las necesidades psicobiológicas del niño. La escuela tradicional falta
de una psicología adecuada dejaba de lado este importante factor; dividía la capacidad
adquisitiva del niño en facultades y, de éstas, se ocupaba exclusivamente de la memoria, a la que
atiborraba con innúmeros conocimientos. Era, en una palabra, una enseñanza enciclopédica,
dedicada a grabar en la mente hechos aislados y sin tener en cuenta la íntima trabazón que existe
entre todas las ramas del saber. El bosque ocultaba al árbol, y mientras se aprendían
generalidades, se ignoraban los principios fundamentales de cada ciencia, comprendidos los
cuales y no aprendidos de memoria, permiten en el transcurso de la vida adquirir sin
esfuerzo ese saber que en vano se pretendía inculcar en las aulas.
En la escuela funcional, las actividades en que se ocupa el niño de la mañana a la noche
responden a fines por él deseados, a aspiraciones suyas; tienen así continuamente el apoyo de
todas sus capacidades y aptitudes, y con esto su rendimiento educativo se acerca al máximo. Las
actividades funcionales presentan muchos caracteres comunes con el juego (interés, entusiasmo,
necesidad de ver el resultado de la acción), y no
necesitan fuerzas extrañas exámenes,
competencias, bastándoles como estímulo el anhelo de alcanzar el fin deseado y como premio el
haber sido él mismo factor del éxito. En una palabra, la escuela funcional recurre al propio niño
para encauzar su labor. No trabaja con vistas a un plan abstracto, sino a las diversas situaciones
que, en torno de la escuela, crea la vida del lugar.