HISTORIA DE LA CIENCIA - La Física del siglo XVIII
LOS PRIMEROS ELECTRICISTAS
Con más intensidad que a otros grupos de fenómenos físicos, la curiosidad de los
investigadores se dirige hacia los fenómenos eléctricos. Exploran el extenso campo de la
electricidad estática y tropiezan con hechos que asombran y hasta espantan a los buscadores.
El inglés STEPHEN CRAY (1696-1736) descubre una nueva propiedad de la electricidad: su
conductibilidad, y establece el distingo entre cuerpos conductores y no conductores. El francés
CISTERNAY DU FAY (1698-1739) prueba que, contrariamente a la opinión de Gilbert, todos
los cuerpos son electrizables por frotamiento, y reconoce que existen dos tipos de cargas
eléctricas, las que se llamarán más tarde positiva y negativa. Este último descubrimiento
parecía sugerir una teoría dualista de la electricidad: dos fluidos, al estar mezclados en
cantidades iguales, determinarían el estado neutro; el frotamiento perturbaría la relación
cuantitativa de las cargas, provocando el dominio de una de ellas. BENJAMIN FRANKLIN
(1706-1790), sobresaliente como estadista e investigador, propuso una teoría unitaria: cierta
cantidad de un único fluido determinaría el estado neutro; un exceso o defecto daría
electricidad de distinta clase. Conforme a esta suposición, sugirió llamar, a la electricidad
vítrea, positiva, y a la resinosa, negativa. El frotamiento, afirmó Franklin, modificaría la
distribución del fluido en el cuerpo frotado y en el frotador; uno pierde electricidad, el otro la
gana. La doctrina de Franklin es una primera aproximación a la realidad. Si un cuerpo está
electrizado, su equilibrio electrónico se encuentra perturbado; esta importante idea es común a
la tesis de Franklin y a la teoría actual.
Más importantes que las teorías son las investigaciones experimentales de Franklin. Haciendo
remontar durante una tormenta una corneta o barrilete provisto de una punta metálica y
sujeto con una cuerda conductora, Franklin demuestra que el relámpago es una chispa
eléctrica (1752). La consecuencia práctica de su experiencia es la idea del pararrayos, pronto
convertida en realidad.
Poco tiempo antes, el alemán JÜRGEN KLEIST y el holandés PIETER VAN
MUSSCHENBROCK (1745), independientemente uno del otro, habían descubierto el principio
del condensador, y crearon la botella de Leyden, destinada a convertirse pronto en principal
instrumento, juntamente con la máquina eléctrica, para las espectaculares experiencias
realizadas en los gabinetes de física de la época.
Hasta fines del siglo, las investigaciones de los electricistas habían sido casi exclusivamente
cuantitativas. Hacia 1770 varios físicos, seducidos por la semejanza entre la atracción de la
gravedad y la eléctrica, sugirieron la idea de que la ley podría ser análoga en ambos casos,
cuando no idéntica. El ingeniero francés CHARLES AUGUSTE COULOMB (1736-1806),
construyó una sensible balanza de torsión y logró demostrar que la ley newtoniana de la razón
inversa de los cuadrados rige también la atracción y la repulsión de las masas eléctricas y
magnéticas. La primera ley numérica en el vasto campo de los fenómenos eléctricos estaba
descubierta.