HISTORIA DE LA CIENCIA - El siglo XIX
LA TEORIA ONDULATORIA DE LA LUZ
Amparada por el inmenso prestigio de Newton, la teoría emisionista que concebía la luz como
una granizada de corpúsculos, reinó soberana hasta los umbrales del siglo 'cm. Empero, al
comenzar la nueva centuria, la vieja doctrina fue intensamente sacudida por las
investigaciones del médico inglés THOMAS YOUNG (1773-1829). Los haces de dos fuentes
luminosas sumados pueden producir menos iluminación que por separado. Young muestra
experimentalmente la realidad de ese hecho paradójico en la teoría corpuscular. En una
pantalla negra practica dos minúsculos agujeros muy próximos entre ellos: al acercar la
pantalla al ojo, la luz de un pequeño y distante foco aparece en forma de anillos
alternativamente brillantes y oscuros. ¿Cómo explicar el efecto de ambos agujeros que por
separado darían un campo iluminado, y combinados producen sombra en cierta zona? Young
aclara la alternancia de las franjas por la imagen de las ondas acuáticas. Si las ondas suman sus
crestas hallándose en concordancia de fase, la vibración resultante será intensa. Por el
contrario, si la cresta de una onda coincide con el valle de la otra, la vibración resultante será
nula. Palabra y concepto de la "interferencia" están creados, y a 120 años de la muerte de
Huygens, su fecunda idea de la luz como estado vibratorio de un sutil fluido omnipresente, el
éter, queda resucitada.
Allende el canal de la Mancha, el francés AUGUSTE FRESNEL (1788-1827) desarrolla la teoría
ondulatoria dándole el rigor y la precisión matemática que faltara a la exposición de su rival
inglés. La doctrina de Fresnel difiere en un punto esencial de la tesis del médico inglés. Young
creía que las vibraciones luminosas se efectuaban en dirección paralela a la propagación de la
onda luminosa. Esta suposición no le permitió darse cuenta, en la imagen ondulatoria, de los
fenómenos de polarización descubiertos hacia 1805 por el geómetra francés LOUIS ETIENNE
MALUS. El espato de Islandia divide el rayo luminoso en dos ramas que evidencian marcadas
diferencias en sus características ópticas; análoga diferencia se manifiesta en cualquier rayo
antes y después de la reflexión. En esta diferencia reside el fenómeno de la polarización. Con
una sagacidad rayana en la adivinación, Fresnel explica gran número de fenómenos
manifestados por la luz polarizada. Observa que dos rayos polarizados en el mismo plano se
interfieren, pero no lo hacen si están polarizados entre sí perpendicularmente. El
descubrimiento lo lleva a pensar que en un rayo polarizado debe ocurrir algo
perpendicularmente en dirección a la propagación y establece que ese algo no puede ser más
que la misma vibración luminosa. La conclusión se impone: las vibraciones en la luz no
pueden ser longitudinales, como Young creyera, sino perpendiculares a la dirección de
propagación, transversales.
El gran interés que las conclusiones de Fresnel despertaron engendró el deseo de medir la
velocidad de la luz con mayor exactitud que la permitida por las observaciones astronómicas.
HIPPOLYTE FIZEAU (1819-1896) concretó, en 1849, el proyecto con un clásico experimento.
Al hacer pasar la luz reflejada por dos espejos entre los intersticios de una rueda en rápido
giro, determinó la velocidad buscada, que halló aproximadamente igual a 300.000 kilómetros
por segundo.
Poco después, LION FOUCAULT (1819-1868) midió la velocidad de propagación de la luz a
través del agua. El interés inherente al resultado era extraordinario, dado que iba a servir de
criterio entre la teoría corpuscular y la ondulatoria. La primera, como decíamos, requería que
la velocidad fuese mayor en el agua que en el aire; lo contrario exigía, pues, la segunda.
Foucault encontró, en 1851, que la velocidad de la luz es en el agua inferior a su valor en el
aire. La victoria de la teoría ondulatoria estaba decidida, y abierto el camino hacia la gran
síntesis operada por Maxwell.