HISTORIA DE LA CIENCIA - El Renacimiento
Durante la segunda mitad del siglo XV se introduce en la Historia
una nueva época de
milagrosa fecundidad. El espíritu comienza a liberarse de las estrechas limitaciones que le
impusiera, durante las largas centurias de la Edad Media, la insoluble alianza de ciencia y
teología. Comienza a prevalecer la convicción de que la ciencia no es un libro clausurado,
aunque sea de Aristóteles, y de que la verdad no está contenida una vez para siempre en los
textos filosóficos porque sean de Santo Tomás. Gradualmente se llega a la convicción de que
las leyes de la naturaleza no pueden ser descubiertas con meros razonamientos, aunque
fuesen dirigidos por las reglas de los más sagaces escolásticos, y se reconoce que la
observación y la experiencia son indispensables para su búsqueda.
Casi simultáneos, tres trascendentales acontecimientos provocan ese rejuvenecimiento
espiritual. La toma de Constantinopla, en 1453, por los turcos, dispersa a los sabios helenos
conocedores del griego y portadores de valiosos manuscritos, que se vuelven
propugnadores de la antigua sabiduría en los países occidentales. Al resucitado pensamiento
de los griegos va a dar alas el arte de imprimir, inventado por JOHANN GUTENBERG (1397-
1468) en Alemania, en la misma década que vio la caída de la ciudad del Bósforo. A estos dos
acontecimientos sigue un tercero de mayores alcances aún: la hora de las exploraciones ha
sonado y la humanidad adquiere conocimientos más completos de su morada planetaria.
Intrépidos navegantes zarpan de la península ibérica y guiados por la brújula cruzan mares
desconocidos. Los portugueses atraviesan en 1471 el Ecuador. Bartolomé Díaz dobla, en 1486,
el Cabo de Buena Esperanza, y Vasco de Gama aborda, en 1498, las Indias. Su hazaña está
precedida por el acontecimiento capital del siglo: el descubrimiento de América por Cristóbal
Colón.