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HISTORIA DE AMERICA - La Conquista
CAPTURA DEL INCA Y SU RESCATE
El encuentro con Atahualpa se produjo un Cajamarca. El Inca acababa de vencer y poner en
prisión a su hermanastro Huáscar, con mayores derechos hereditarios, y permitió el avance de
aquellos seres desconocidos en la seguridad de poder destrozarlos. Atahualpa y un cacique
principal llegaron en andas, provistos de un imponente cortejo de señores y altos funcionarios
y una guardia. A una señal de Pizarro sus hombres atacaron por sorpresa, desbaratando
aquella enorme comitiva. Finalmente el propio Pizarro pudo tomarlo prisionero, hiriéndose
ligeramente en una mano al defenderlo. Las armas de fuego, los caballos, el sacrilegio que
suponía el ataque para la mentalidad indígena, explican el resultado: en media hora Pizarro
había hecho prisionero al emperador, matado millares de indios y aterrorizado al resto. El
botín de guerra fue de 80.000 pesos de oro, 7.000 marcos de plata y 14 esmeraldas, amén de
ropajes, joyas' labradas y toda suerte de objetos de valor.
Para lograr su rescate, Atahualpa ofreció a Pizarro llenar su celda de oro, hasta la altura donde
llegase su mano, y de plata las dos habitaciones inmediatas. Pizarro aceptó la proposición ante
escribano. Para comunicar estas órdenes, destacamentos de españoles anduvieron por el
interior del país, siendo llevados en andas. Entre tanto, desconfiando el monarca de que su
hermano aprovechase estas adversas circunstancias, lo mandó ejecutar. En eso llegó Almagro
de Panamá con 150 combatientes y la noticia de la muerte de Luque. En junio de 1533, y
aunque el tesoro ofrecido por Atahualpa no estaba completo, se verificó un reparto, a
requerimiento de los soldados. Se calcula que había más de 1.300.000 pesos de oro y más de
50.000 marcos de plata. A cada caballero le tocó 8.800 pesos de oro y 362 marcos de plata, y a
cada peón (o infante) la mitad.
Atahualpa seguía gobernando desde su prisión; pero temerosos los españoles de una sorpresa
y sabedores de lo que había hecho con su hermanastro resolvieron su muerte. Se le enjuició, se
le dio defensor y se le acusó fiscalmente. Los "cargos" eran inicuos en más de un caso, pues se
ajustaban a la moral europea que el "delincuente" ignoraba. Además todas estas formas
judiciales eran superfluas: el prisionero estaba condenado de antemano. En la noche del 29 de
agosto de 1533 Atahualpa fue estrangulado. Al día siguiente se celebraron funerales en su
honor. Pizarro los presidió, vestido de duelo. Después hizo coronar a Tupac Inca, hermano de
Atahualpa. Este monarca títere reconoció el vasallaje a la corona de España.
Disensiones en el campo indígena determinaron a Pizarro a marchar sobre el Cuzco. En este
viaje fundó a Jauja. Luego pereció el nuevo Inca. Pizarro sospechó del jefe de las fuerzas
indígenas auxiliares, a quien hizo quemar. Manco, hermano carnal de Huáscar, se había
proclamado Inca en el Cuzco. Con él se entendió Pizarro, entrando triunfalmente en la ciudad
sagrada el 15 de noviembre de 1533. Allí fundó cabildo, convirtió el templo del Sol, en
convento e iglesia de Santo Domingo y comenzó su gobierno. Entre tanto, los quiteños fueron
vencidos por Benalcázar, aliado a los indios cañaris del Ecuador, con menos de 300 soldados
españoles. Una erupción del Cotopaxi le ayudó al ser interpretada adversamente por sus
enemigos. Benalcázar penetró en la ciudad de Quito, sin hallar el cuantioso botín que esperaba,
en tanto que Pedro de Alvarado, con 500 soldados y muchos indios, que había abandonado
Nicaragua, llegaba a las costas de Quito con grandes pérdidas y sufriendo fiebre, hambre y
apunamiento, pues trasponía los Andes y entraba en la llanura. Se encontró con Almagro en
Riobamba y tras un simulacro de combate sus tropas cansadas se pasaron a las de éste. Sin
embargo, Al-varado era enemigo demasiado temible para dejarle ir sin un arreglo: por 100.000
pesos oro cedió su escuadra, tropa y municiones.