HISTORIA DE AMERICA - La Conquista
LOS ADELANTADOS DEL RIO DE LA PLATA
Mientras tales cosas ocurrían en el Perú, la conquista penetraba por la boca del gran estuario
del Río de la Plata, descubriendo el interior del litoral argentino y llegando hasta el interior de
las selvas del Paraguay, gracias a cuatro adelantados (y de sus auxiliares inmediatos) que
sucesivamente se encargan del gobierno. Al sur de la gobernación concedida a Almagro, se
habían señalado otras dos, la primera de las cuales es la que ahora nos interesa. Esta fue dada
a Pedro de Mendoza, que había sido paje de los reyes y luego capitán en las guerras de Italia.
Allí se había enriquecido en el saqueo de Roma.
La concesión hecha a Mendoza obligaba a éste a fundar un asiento de ciudad y a traer los
elementos necesarios para poblarla. En consecuencia, organizó una expedición de más de mil
personas (entre las cuales, cosa inusitada, venían algunas mujeres). Además de marinos y
soldados traía carpinteros, herreros y maestros de otros oficios útiles, a bordo de más de 10
embarcaciones. Como en el trayecto el adelantado, que estaba enfermo, receló de su maestre
de campo, le mandó dar de puñaladas por mano de Juan de Ayolas, uno de sus segundos, a
quien por este acto ascendió a lugarteniente.
Bajo la influencia de tan bárbara tragedia se llegó al Río de la Plata, haciéndose la fundación
prevista, el 2 de febrero de 1536, bajo el nombre y advocación de Santa María de los Buenos
Aires, virgen que respetaban particularmente los marinos sevillanos. La ciudad fue levantada
dentro de un cuadrángulo de tapias de adobe, con sus pequeñas casitas bajas del mismo
material, techadas de paja sobre armazón de madera. Parte de la gente quedó en los barcos.
Durante un par de semanas los indios querandíes, que erraban a la sazón por esas orillas,
proveyeron a los conquista. dores de alimentos. Finalmente se rebelaron contra éstos. Una
expedición punitiva de los españoles terminó en desastre. Los indios asediaron la plaza, que
comenzó a experimentar los efectos del hambre.
