HISTORIA CONTEMPORANEA Italia, España y Portugal entre 1870 y 1914
PORTUGAL
El gobierno del rey Luis I se extendió hasta 1889, sin que se produjeran durante su transcurso
acontecimientos importantes, fuera de la lucha por el poder que mantuvieron los liberales
progresistas y los conservadores, partidos por lo demás que, como en España, no diferían
entre sí en ningún punto fundamental.
La crisis se planteó poco después de subir al poder Carlos I (1889-1908). Un lamentable
episodio con Inglaterra, que evidenció la imperturbable tranquilidad con que la monarquía se
humillaba para defender sus colonias africanas, desató la propaganda de los republicanos,
cuyo caudal creció rápidamente dentro de la masa popular. Estallaron motines en Oporto y el
gobierno decidió acudir a procedimientos enérgicos para impedir que la oposición sacara
partido de ese estado de cosas. En 1906 se encargó el poder a Juan Franco, que instauró una
verdadera dictadura apoyada en el ejército. La reacción no se hizo esperar y el 1 de febrero de
1908 el rey fue víctima de un atentado terrorista que acabó con su vida.
Su hijo Manuel ocupó el trono, después de haber huido del país el ministro Franco. Dos años
duró su gestión, que en vano quiso corregir algunos de los muchos abusos a que estaban
acostumbrados los grupos privilegiados. La opinión pública se inclinaba visiblemente hacia
los republicanos, que encontraban además grandes simpatías en el ejército y la armada. Una
conspiración cuidadosamente preparada estalló en octubre de 1910, la cual en seguida triunfó,
mientras el rey Manuel huía vergonzosamente, asumiendo el poder un gobierno provisional
presidido por Teófilo Braga.
Los primeros actos del gobierno probaron su tendencia radical y la Iglesia fue acaso la
institución más perseguida, por suponérsela complicada en muchos de los abusos y atropellos
del régimen monárquico durante los últimos años. En junio de 1911 se proclamó oficialmente
la república y en agosto del mismo año se sancionó la constitución, sin que, entre tanto,
faltaran los intentos de restauración monárquica realizados por algunos grupos realistas,
especialmente militares. Pero poco a poco el nuevo régimen se estabilizó y el repudio general
que mereció la dinastía de Braganza hizo imposible la reaparición de los intentos monárquicos.