HISTORIA CONTEMPORANEA - Europa oriental hasta 1881
NICOLAS I
De la guerra contra Napoleón, de su conducta elevada e idealista, el zar Alejandro I había
dejado un recuerdo imborrable que proporcionaba a su figura ciertos rasgos patriarcales. Su
sucesor, Nicolás I, fue la antítesis del viejo zar. La conspiración a que tuvo que hacer frente al
llegar al poder en 1825 y la represión del movimiento polaco de 1831 pusieron a prueba su
temple y evidenciaron su vocación por la autocracia. Su gobierno fue de opresión y de
crueldad; se apoyó en una formidable organización represiva de todos los grupos ilustrados y
tomó las más enérgicas medidas para impedir la organización de una corriente de opinión que
entroncara con las que se constituían por entonces en casi todos los estados occidentales.
Quizá su mayor hostilidad se manifestó contra quienes demostraban inquietudes intelectuales:
las universidades fueron obstaculizadas en su desarrollo y el intercambio con el resto de
Europa casi totalmente prohibido.
A causa de ello, su figura fue para los hombres cultos y liberales de todo el continente un
símbolo de la regresión y el despotismo. Esta opinión no dejó de tener importancia para la
suerte del zar, pues en Inglaterra se vio cómo se acrecentaba la hostilidad de la opinión pública
contra Rusia, y en un momento dado el estado de ánimo colectivo permitió la precipitación de
la ruptura de los países occidentales con el zar.