HISTORIA MODERNA - El Imperio Otomano y los pueblos eslavos hasta el siglo XVIII
POLONIA
En Polonia, había gobernado desde la Edad Media la dinastía de los Jagellones. Pero en 1572 la
aristocracia se impuso y estableció una monarquía electiva, eligiendo como primer rey a
Enrique de Valois. El país entró entonces en una era desgraciada por la profunda
desorganización en que cayó; los reyes no pudieron sobreponerse al orgullo y a las exigencias
de la poderosa nobleza, y no había en el país, por otra parte, una burguesía en que pudieran
apoyarse como hacían por entonces otros monarcas de la Europa occidental. Había además
graves problemas de diverso tipo. El problema religioso, tras diversas alternativas, se tornó
gravísimo cuando el rey Segismundo III Wasa de origen sueco se convirtió al catolicismo
y desencadenó con ello una guerra contra Suecia, que se mantenía protestante. No eran fáciles
tampoco los problemas regionales, pues a la hostilidad de Lituania unida a Polonia en
1569 había que sumar la de los cosacos ucranianos que se sublevaron en 1648. Finalmente, la
situación internacional de Polonia era también particularmente difícil. Solicitada su alianza por
Francia, estaba unida al imperio de los Habsburgos por el peligro común de los turcos; y entre
tanto, procuraba mantener su hegemonía sobre Rusia, en momentos en que el vasto país
todavía de aspecto oriental comenzaba a despertar y a manifestar su anhelo de
engrandecimiento nacional.
El movimiento nacional ruso que estalló en 1612 señaló el momento de declinación de la
influencia de Polonia, que debía perder, medio siglo después, Kiev y la pequeña Rusia (1667).
Así las cosas, las luchas contra los turcos revelaron un verdadero conductor en Juan Sobieski,
que fue elegido rey en 1674. Las cosas parecieron cambiar desde entonces. Era Sobieski un
hombre de gran empuje y notable eficacia militar, a quien sus victorias le proporcionaron una
indiscutida autoridad. Gracias a ella pudo recuperar Polonia algunos territorios que había
perdido en el Sur: Podolia y Ucrania. Pero a su muerte las cosas volvieron a empeorar, y el
ascenso de Rusia se transformó en una amenaza constante que habría de hacerse efectiva más
tarde, al decidir las potencias occidentales y Rusia el reparto de su territorio.