HISTORIA MODERNA - La guerra de los Treinta Años
LA INTERVENCION SUECA
También Suecia tenía interés en asegurarse el predominio del mar Báltico, y con tal fin había
luchado en los últimos tiempos con Rusia, Dinamarca y Polonia. En estas guerras se había
distinguido Gustavo Adolfo, rey desde 1611, y organizador de uno de los mejores ejércitos de
Europa.
Si como rey de Suecia Gustavo Adolfo deseaba adquirir una posición firme sobre las costas,
como protestante acariciaba la ilusión de abatir a los católicos. Ahora bien, esta ilusión
coincidía con sus designios políticos en la medida en que los proyectos de unificación de
Fernando II constituían una amenaza para todos los estados bálticos, que veían con temor la
constitución de un poderoso imperio alemán.
Conociendo este estado de espíritu, el cardenal Richelieu, primer ministro francés, comprendió
que el rey Gustavo Adolfo era el hombre indicado para hacer frente a una situación que
interesaba a Francia, pero en la que le era difícil intervenir por tratarse, en el caso de Alemania,
de un monarca católico en lucha contra príncipes protestantes. Mediante un tratado que se
negoció en 1631, Francia aseguró al rey de Suecia los medios económicos necesarios para una
campaña contra el emperador, en tanto que Gustavo Adolfo ponía a contribución su
formidable ejército.
En 1630 Gustavo Adolfo invadió Alemania y realizó, en el curso del año siguiente, una
campaña brillante y eficaz, que concluyó con la ocupación de Munich, capital de Baviera. Pero
su éxito no debía ser duradero. Los católicos, a pesar de entenderse secretamente con Richelieu
por temor a las desmedidas ambiciones del emperador, no consiguieron mantener buenas
relaciones con Gustavo Adolfo y hubo conflictos en Baviera. Por otra parte, Wallenstein había
vuelto a actuar otra vez, ahora al frente de un ejército poderosísimo con el que le fue posible
derrotar a Gustavo Adolfo en Nuremberg. El rey sueco pudo tomar venganza en la batalla de
Lützen, en la que sus tropas resultaron triunfantes, pero Gustavo Adolfo halló la muerte en el
combate (1632), y las operaciones prosiguieron, conducidas por sus mariscales. Frente a ellos,
Wallenstein se mantuvo inexplicablemente inmóvil, a pesar del avance con que amenazaban a
Viena. Entonces el emperador y sus aliados reaccionaron vivamente, y, al tiempo que
eliminaban a Wallenstein sospechado de traición, vencían a los protestantes en Nürdlirgen
(1634). Al año siguiente se firmaba una paz en Praga, de acuerdo con la cual los suecos
quedaban excluí-dos de .Alemania y quedaba afirmada la autoridad imperial. Esta vez,
Richelieu se decidió a obrar por sí mismo.
EL REY GUSTAVO ADOLFO DE SUECIA. Perteneciente a la familia protestante de los Vasa,
Gustavo Adolfo intervino en la guerra de los Treinta Años contribuyendo a su causa con sus
extraordinarias dotes de estratega. (Grabado de J. van Delff sobre un cuadro de Mierevell)