HISTORIA MODERNA - La guerra de los Treinta Años
LA INTERVENCION DANESA
Dinamarca era uno de los estados que aspiraban, tras la declinación del Hansa Germánica, a
ejercer el predominio sobre el mar Báltico. Como además tenía pretensiones a ciertos dominios
del norte de Alemania, Cristián IV no vaciló en erigirse en protector de los protestantes
alemanes, y levantó un ejército con el cual se dirigió contra el emperador. Este había
constituido un ejército propio que le permitiera prescindir de Maximiliano de Baviera, y lo
había puesto a las órdenes de un condotiero bohemio llamado Wallenstein. El encuentro de las
dos fuerzas se produjo en agosto de 1626, y Cristián IV resultó derrotado.
Seguro de sí mismo, Fernando II quiso aprovechar esta victoria en todas sus posibilidades.
Obligó a los daneses a firmar un tratado en Lübeck por el que aceptaban no volver a tomar
participación en el pleito alemán, y resolvió ordenar que se entregaran al imperio las tierras de
origen eclesiástico que los príncipes retenían en su poder desde la época de la secularización
de los bienes de la Iglesia propugnada por Lutero; estas tierras comenzaron a ser entregadas a
sus antiguos propietarios católicos todos ellos, y fue otra vez el enérgico e in-escrupuloso
Wallenstein quien se ocupó de que las órdenes fueran cumplidas. La reacción de los príncipes
alemanes no se hizo esperar, y en ella se confundieron luteranos y católicos, apoyados por el
propio Maximiliano de Baviera, celoso de la influencia del jefe bohemio. Pidieron que
Wallenstein abandonara sus funciones, y lo obtuvieron, pero en la negociación se advirtió el
comienzo de un conflicto entre los príncipes alemanes y el emperador austriaco, conflicto que
aprovecharía prontamente Francia para intervenir indirectamente, estimulando al rey de
Suecia para que entrara en Alemania en defensa de los protestantes. Es así como se iban
entretejiendo las fuerzas que compondrían la tramazón bélica de la guerra de los Treinta Años.
ASESINATO DE WALLENSTEIN. Jefe de una fuerza mercenaria, con la que cometió toda
suerte de crueldades, Wallenstein sirvió al emperador durante la guerra de los Treinta Años
con eficacia. Pero sus ambiciones lo tornaron temible, y fue asesinado en 1634. (Grabado checo
de la época)