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HISTORIA MODERNA - La época de Luis XIV
LA POLITICA INTERIOR DE LUIS XIV
Luis XIV mantuvo al cardenal Mazarino en su cargo hasta su muerte, que se produjo en 1661.
Pero a partir de ese momento no confió a nadie la dirección de los negocios públicos, y trabajó
él personalmente a la cabeza de la administración. Contó, eso sí, con eficaces secretarios, que él
eligió entre los hombres que consideró más capaces en sus respectivas funciones, cuidando de
que no tuvieran otra significación que la que él quisiera otorgarles. La figura más destacada
entre sus colaboradores fue Colbert, a quien encomendó los asuntos económicos. Colbert, de
origen burgués, transformó el régimen impositivo haciéndolo más eficaz y, sobre todo,
procuró por todos los medios estimular la industria y el comercio, mediante la formación de
compañías por acciones para la producción y el intercambio. A su lado, Louvois se encargó de
dirigir las actividades militares y Vauban puso al servicio de los planes bélicos sus
extraordinarias dotes de ingeniero. Pero todos recibían las directivas y la aprobación del
propio rey, que no era ajeno a la solución de ningún problema fundamental del reino.
A la centralización política y administrativa, correspondió una actitud enérgica respecto a la
nobleza y a los protestantes. La nobleza había ensombrecido la niñez del rey con sus
sublevaciones en la época de la Fronda, debido a las cuales había tenido que escapar de París.
Luis XIV se propuso dominarla y someterla, y realizó sus designios cautelosamente pero con
firmeza. En general, no usó de la violencia. Su método consistió, más bien, en arrancarla de sus
posesiones para impedir que ejercieran en ellas una autoridad que resultaba in- evitable
debido al prestigio tradicional de las viejas familias en sus respectivas comarcas. Al crear la
corte de Versalles, tuvo como principal intención transformar a la nobleza feudal en una
nobleza cortesana, que todo lo esperara del rey y que no se moviera sino a su sombra. Otorgó
pensiones y dignidades, pero sólo a condición de que estuvieran a su alrededor y se mostraran
obsecuentes. De ese modo, eliminó el problema de los nobles rebeldes, al mismo tiempo que
minaba sus posibilidades con hábiles medidas económicas y administrativas.
En cuanto a los protestantes, no se contentó con la situación en que los había puesto la gracia
de Alais. Bajo la influencia de su esposa morganática, la señora de Maintenon, revocó el edicto
de Nantes y suprimió la libertad de conciencia, no sin antes haber tomado diversas medidas
para obstaculizar los cultos reformados. Debido a esta política, abandonaron el país crecido
número de personas distinguidas, que hallaron refugio en otros países en donde predominaba
su religión.