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HISTORIA MODERNA - La crisis del siglo XV y los albores de la Edad Moderna
LA CRISIS ECONOMICA, SOCIAL Y POLITICA
Durante la baja Edad Media, el régimen feudal había entrado en una época de declinación, y
con él, todo el sistema económico que lo acompañaba. Acaso pudiera situarse el origen de este
proceso en las Cruzadas y en las profundas transformaciones económicas que trajo consigo. De
todos modos, lo cierto es que en el siglo XIV ya se insinuaba en algunos lugares de Europa un
desarrollo de las manufacturas y del comercio que amenazaba —y habían ya condenado
definitivamente — el tipo de economía agraria propio de aquellas épocas y regiones en que
predominara el régimen feudal. Poco a poco, el centro económico de las comarcas dejó de ser
la villa a cuyo alrededor se levantaba el horno, el lagar y el molino; ya no concluía allí el ciclo
de la producción, la distribución y el consumo; ahora la actividad de productores y
consumidores se concentraba en las ferias o mercados, alrededor de los cuales se levantaron
muchas ciudades europeas. Allí se desarrollaba una naciente economía monetaria que había
de adquirir suma importancia en poco tiempo, y allí se refugiaban los siervos fugitivos y los
libres de baja condición que podían sustraerse a la explotación de los feudales poderosos. De
ese modo se constituyó progresivamente una nueva clase social: la burguesía.
Nacida en las ciudades, gracias a la posibilidad de producir y vender libremente los productos
que manufacturaba, la burguesía pudo prosperar por la ventajosa competencia que el dinero
comenzó a hacer a la economía rural, pero sobre todo por el franco apoyo que le prestó la
monarquía. El guantelete del rey colocado en lo alto de una pica significaba que en el mercado
y en la villa toda se ejercía su alta protección. Y aun las ciudades en las que un señor laico o un
obispo mantenía su autoridad, la secreta ayuda del monarca solía estimular a los burgueses a
exigir una libertad cada vez mayor para su actividad económica y, a veces, para intervenir en
la solución de los problemas internos de la ciudad.
En el siglo XV, esta burguesía era ya capaz, en efecto, de reclamar en todas partes la misma
libertad que por entonces había conquistado en algunos lugares. Por otra parte, era la clase
más ilustrada y casi siempre la más poderosa económicamente. Y como coincidía con la
realeza en su odio a los señores feudales, sus miembros fueron elegidos para cumplir
importantes funciones por los reyes que deseaban organizar su autoridad de manera tal que
pudiera resistir a la tradicional influencia de la nobleza ensoberbecida. Debido a estas
circunstancias, los ricos comerciantes, los poderosos manufactureros y los letrados eruditos,
constituyeron una clase social que se opuso con energía a las pretensiones de predominio de la
nobleza.
Empero, si los reyes protegieron a la burguesía no fue por altruismo. La necesitaban para
afirmar su autoridad por sobre la nobleza, porque estaban librando, por esta época, una batalla
decisiva contra ella. Luis XI de Francia, Enrique VII de Inglaterra, Isabel de Castilla y Fernando
de Aragón son los ejemplos típicos de este género de monarcas que aspiran a constituir un
reino centralizado y regido por su autoridad omnímoda. Si
lo lograron en mayor o menor
escala, obra fue de las circunstancias; pero esa tendencia aparece señaladamente como uno de
los rasgos más notables de esta época de transición. Y, ciertamente, Francia, Inglaterra, España
y algunos otros estados, revelaron en el curso de la Edad Moderna que este proceso se había
cumplido con éxito. La nobleza mantendrá sus privilegios sociales durante largo tiempo, mas
su predominante influencia en la vida política declinaba de manera visible.