HISTORIA MEDIEVAL - Los reinos romano-germánicos
EL REINO OSTROGODO DE ITALIA
Los ostrogodos habían estado sometidos a los hunos y quedaron en libertad cuando el imperio
de los mogoles se deshizo tras la muerte de Atila, en 453. Desde entonces quedaron en las
orillas del Danubio y, en general, mantuvieron relaciones cordiales con los romanos.
Después que Odoacro se hubo apoderado de Italia, deponiendo al emperador Rómulo
Augústulo, el emperador de Constantinopla quiso salvar sus derechos enviando fuerzas
militares a que la reconquistaran. Pero, como carecía de ejército, decidió recurrir a los
ostrogodos en calidad de aliados. Los mandaba a la sazón Teodorico Amalo, que había
permanecido muchos años en Constantinopla en calidad de rehén, y que, en consecuencia, era
hombre de cierta confianza del imperio por sus costumbres romanizadas.
Teodorico aceptó la misión de reconquistar Italia. Invadió el territorio y venció a Odoacro,
fundando, en 493, un reino que, si bien reconocía la supremacía del emperador de
Constantinopla, era, en la práctica, independiente. Teodorico alcanzó muy pronto una
situación de primacía en el Occidente; sus condiciones personales, su poder militar y, sobre
todo, la posesión de Italia, le otorgaron sobre los demás reyes germánicos cierto ascendiente.
Prudente y mesurado, trató en todo lo posible de mantener las tradiciones romanas, y llamó a
su consejo a nobles romanos expertos en los asuntos públicos, de los que sólo prescindió
cuando creyó que lo traicionaban en combinación con Constantinopla, celosa de su creciente
autonomía.
El reino ostrogodo fue modelo en las relaciones entre vencidos y vencedores. Sus leyes
mantuvieron las tradiciones jurídicas romanas, con las modificaciones impuestas por los usos
germánicos, las tierras fueron distribuidas con ecuanimidad y las posibilidades de vida y de
acción no se cerraron del todo a los vencidos. Gracias a ello, el equilibrio interno del reino no
fue alterado mientras Teodorico vivió.
Después de su muerte, acaecida en 526, su política prudente no fue siempre seguida.
Aparecieron los conflictos internos y las inevitables apelaciones a las fuerzas extrañas para
apoyar a las partes. Debido a ello, el emperador de Constantinopla, Justiniano, decidió
emprender la reconquista de Italia. No le fue fácil. Sus generales lucharon casi veinte años, y al
fin pudieron derrotar a los jefes ostrogodos, quienes, fieles a su doctrina arriana, merecían la
hostilidad de los católicos. Fueron éstos quienes apoyaron a Justiniano en su empresa de
reconquista. En 555, el reino ostrogodo desapareció y los bizantinos organizaron en Italia un
exarcado o virreinato.
RAVENA. TUMBA DE TEODORICO. En severo estilo bizantino, el mausoleo de Teodorico
recuerda la grandeza del rey de los ostrogodos.