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HISTORIA MEDIEVAL – La caída del Imperio Bizantino
LAS CONSECUENCIAS DE LA CAIDA DE CONSTANTINOPLA
En efecto, la primera consecuencia que tuvo la caída de Constantinopla fue la transformación
del panorama político europeo. Hasta entonces, el extremo sudeste de Europa no constituía
apenas preocupación para cada uno de los estados occidentales, cuyo problema fundamental
era el establecimiento de la hegemonía con respecto a sus vecinos. Desde entonces, en cambio,
la principal preocupación debía ser atender a la amenaza de este nuevo Imperio que se había
constituido en los Balcanes, el cual, a partir de este momento, no tenía rival que lo atemorizara
en esas regiones.
Los estados occidentales no se engañaban. El Imperio Turco ambicionaba extender sus
conquistas por Europa central, y no podía preverse si, en caso de favorecerlo la fortuna, no
intentaría llegar más allá todavía. Para precaver tal peligro, sobró ánimo a los reyes cristianos,
que no sólo veían amenazado su propio poder, sino también la religión cristiana y la cultura
occidental. Una batalla afortunada contuvo a Mohamed frente a Belgrado en 1456. Desde
entonces, y a pesar de que no abandonaba sus propósitos de lanzarse sobre el Occidente, se
limitó a los territorios conquistados de los Balcanes, sin que por ello disminuyera la tensión
que su amenaza provocara en Europa.
El domino de los turcos en el Mediterráneo oriental empobreció las ciudades comerciales e
industriales de los reinos del Occidente. Esta circunstancia promovió la navegación atlántica,
que tantas sorpresas y tantas ventajas deparó a Europa. No influyó poco, por otra parte, en ese
movimiento espiritual que se conoce con el nombre de Renacimiento, porque fue considerable
el número de hombres ilustrados que, ante la inseguridad y la amenaza, abandonaron sus
países para refugiarse en Italia especialmente. Y, a la larga, suscitó un grave problema político
relacionado con el destino de las comunidades cristianas sometidas a los turcos, el que alcanzó
su mayor gravedad en el siglo XIX.
JUAN V, ESTEBAN DECANSKI Y ANDRONICO III PALEOLOGO. El emperador bizantino
aparece aquí en compañía de un zar servio, Estebin Decanski, y de su padre Andrónico III. Los
paleólogos lucharon por conservar el imperio, pero debieron sucumbir contra los turcos.