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GEOGRAFIA FISICA - Océanos y mares
PROPIEDADES FISICAS DEL AGUA MARINA
El color del agua de los océanos es normalmente azul, y este matiz es tanto más acusado
cuanto mayor transparencia tiene dicha agua. En las zonas de escasa profundidad, la agitación
motivada por el oleaje hace que las aguas tomen un color amarillento. Algunos animales, como
los corales, por ejemplo, sólo pueden desarrollarse en aguas que conservan cierta transparencia.
En cuanto a la temperatura, está relacionada superficialmente con la latitud, estando los mares
polares cubiertos por una banquisa de hielo que, aunque retrocede mucho durante el verano,
no llega a desaparecer totalmente en el transcurso del año. La presencia de este hielo
persistente ha creado siempre dificultades a las exploraciones polares, y como de él se
desprenden témpanos que luego marchan a la deriva, resulta peligroso para la navegación en
general.
Los mayores témpanos que flotan en el agua marina de las regiones ártica y antártica son
originados en realidad por el descenso de las masas de hielo que cubren las tierras emergentes
en estas latitudes, coronándolas en forma de inmensos escudos glaciares, cuyos bordes en
contacto con el agua se quiebran al pretender flotar (recuerde el lector que el hielo es menos
denso que el agua). Las masas así desprendidas se llaman icebergs (montañas de hielo), que las
corrientes pueden trasladar por espacio de centenares o miles de kilómetros antes de su
completa fusión.
Con la profundidad, la temperatura del agua oceánica disminuye, y ocurre que en los grandes
fondos es casi uniforme para todos los mares, cualquiera que sea su situación en latitud. De ahí
la semejanza en la fauna de las diversas zonas abisales.
Una propiedad importante de los mares consiste en que éstos se calientan y se enfrían más
lentamente que las tierras emergidas. La consecuencia principal que se deriva de este hecho es
que las masas oceánicas atenúan los rigores del clima continental, como veremos más adelante.
El agua necesita, para que su temperatura ascienda cierto número de grados, mayor intensidad
de calor que un sólido, como un trozo de metal o de roca, por ejemplo. Se dice por esta razón
que es muy elevado su calor específico. Además, gran parte del calor recibido el agua lo
emplea para evaporarse.
Por las causas expuestas, la temperatura de los mares es por término medio más baja en verano
que la de las tierras adyacentes, pero en cambio más elevada en invierno.
En cuanto al estudio de las temperaturas de las grandes profundidades, se ha realizado
utilizando termómetros reversibles, lo que permite leer en la superficie las temperaturas
registradas a varios metros bajo el nivel del mar. Botellas metálicas que se cierran
automáticamente han hecho posible la extracción del agua de los grandes fondos con el objeto
de estudiar su composición.
La presión aumenta en el seno de los mares aproximadamente a razón de una atmósfera por
cada 10 metros de descenso; el aire disuelto parece disminuir rápidamente con la profundidad,
ocurriendo lo mismo con la luz: reina una oscuridad casi completa a partir de los 80 m. Este
hecho limita la extensión que pueden ocupar los vegetales marinos, que con todo,
aprovechando las radiaciones ultrapenetrantes y valiéndose de pigmentos especiales, pueden
utilizar la luz (que para nosotros sería prácticamente nula) a profundidades a veces superiores
a 400 m.