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GEOGRAFIA FISICA - Océanos y mares
COMPOSICION DEL AGUA MARINA
El agua de los océanos contiene en disolución una gran variedad de sustancias, y hasta se
puede decir con propiedad que no existe elemento químico o compuesto que se halle en tierra
firme que no pueda encontrarse disuelto en las aguas marinas. Por ejemplo, se ha podido
comprobar la existencia de oro, cobre y muchos metales, aunque las cantidades disueltas son
proporcionalmente pequeñas. Las sustancias más abundantes son las sales, tales como el
cloruro de sodio o sal común, que le comunica al agua el gusto salado, y las sales de magnesio,
que la hacen amarga.
Las sales de calcio son importantes para la vida animal, pues muchas especies vivientes las
aprovechan para construir su caparazón o sus osamentas; de la misma manera utilizan las
diatomeas la sílice disuelta en el agua marina.
El contenido en sales hace que el agua de mar tenga una densidad superior a la del agua pura,
por lo cual no se hiela sino a temperaturas inferiores a 0°. En una tonelada de agua marina hay
por término medio 35 kilogramos de sales; esta proporción de 35 por mil constituye la
salinidad media.
Esta salinidad disminuye en los mares que tienen poca comunicación con el océano y que
reciben un notable aporte de agua dulce traída por los ríos, como ocurre en el Báltico. En
cambio, es normal o próxima a la normal en los mares abiertos (Cantábrico, por ejemplo) y
bastante elevada en los mares que reciben escaso aporte fluvial y que se ven sometidos a una
intensa evaporación. Esto ocurre, por ejemplo, con una parte del Mediterráneo Oriental, donde
la salinidad alcanza a 40 por mil y con el mar Rojo, donde llega a superar (golfo de Suez) la
cifra de 60 por mil.
En los estuarios la salinidad varía con los vientos dominantes y la dirección de las corrientes
(pudiendo la corriente de marea invadir una parte del estuario y detener a la corriente fluvial).
Estas variaciones son notables en el Río de la Plata y permiten que en un momento
determinado una fauna oceánica penetre en el seno de este vasto espejo de aguas. En pleno
océano los cambios de salinidad regulan también la distribución de los seres vivientes, sobre
todo de aquellos que no están adaptados a sufrir tales variaciones.