GEOGRAFIA FISICA - Estructura del globo terrestre
LA COMPENSACION ISOSTATICA
Admitida la existencia de una zona plástica debajo de la corteza terrestre, llama
poderosamente la atención el hecho de que las gigantescas cordilleras como los Andes, el
Himalaya, el Cáucaso o los Alpes no se hundan haciendo presión sobre la masa deformable
subyacente. También resulta admirable el equilibrio que mantienen los fondos oceánicos, que
sólo soportan la napa de agua oceánica, cuya densidad es alrededor de 1, mientras que la de
los materiales o rocas que constituyen la corteza pasa de 2,5. (Recuerde el lector que densidad
de un cuerpo es el peso de un decímetro cúbico de dicho cuerpo; pesando 1 dm. cúbico de
agua, es decir, un litro, 1 kilogramo, se dice que la densidad del agua es 1; la del hierro, por
ejemplo, es de 7,7, pesando 1 dm. cúbico de este metal 7 kg. 700 gramos).
Si el fondo de los océanos soporta un peso relativamente pequeño como el de la masa oceánica,
debería levantarse gradualmente sobre la capa plástica, mientras los continentes deberían
hundirse debido a su mayor peso. Como esto no ocurre casi en absoluto y a veces el fondo
oceánico hasta demuestra una firme tendencia a descender, por la acumulación gradual de los
depósitos, debe existir una causa capaz de mantener en equilibrio sobre una masa plástica a los
continentes respecto a los fondos marinos. Podría pensarse, por ejemplo, que existen huecos
debajo de las salientes continentales (montañas, mesetas, etc., que determinarían una gran
disminución del peso de las tierras emergidas. Esta hipótesis no sería suficiente y, además, es
demasiado extravagante para ser admitida.
Después de pacientes estudios y observaciones se pudo llegar a establecer que todo el secreto
reside en que los materiales que componen el fondo de los mares son más densos que los que
originan las tierras emergidas, pero que en conjunto tienen aproximadamente el mismo peso
total que los materiales que integran los continentes. Fondo oceánico y masas continentales
están, pues, en equilibrio, y si las segundas sobresalen más es porque están constituidas por
rocas más ligeras (es decir, menos densas).
Un sencillo experimento puede hacer comprender fácilmente esta suposición, que actualmente
parece haber adquirido un alto grado de certeza. Si en un recipiente lleno de agua colocamos
varios trozos de madera de igual sección y de igual peso total, aunque de diferente densidad,
notaremos que todos se sumergen a la misma profundidad (es decir, desplazan la misma
cantidad de agua), pero los menos densos (que indudablemente serán los más largos)
sobresalen más de la superficie del agua, y constituyen verdaderas salientes frente a los que los
rodean.
Aplicando el resultado de esta experiencia a la Tierra, se puede suponer que los materiales que
constituyen el fondo de los océanos y los que forman los continentes se sumergen a la misma
profundidad en la masa plástica por ser igual aproximadamente su peso total, pero los
continentes sobresalen más por ser menor la densidad de sus materiales constituyentes. Esta
compensación llamada isostática se aplica también a las distintas porciones que constituyen los
continentes; así, por ejemplo, las montañas sobresalen respecto a las llanuras porque se
levantan en lugares de menor densidad que la del resto de la masa continental. De esto se
deduce que si los materiales de las cordilleras son arrasados por los factores atmosféricos y
transportados a grandes distancias, la altura de tales cordilleras no declinará tan rápidamente
como podría esperarse, pues las masas subyacentes, al sentirse aligeradas, se irán levantando
para compensar en parte lo que la obra de desgaste ha hecho desaparecer.
La compensación isostática se admite hoy no como simple hipótesis, sino como un principio
científico bastante bien establecido. De todas maneras, no hay que pensar en una
compensación perfecta, pues las capas que soportan la corteza no son líquidas, sino tan sólo
plásticas, y se deforman si sobre ellas actúan las presiones durante un tiempo muy largo. Este
último hecho puede advertirse en el lacre, que golpeado bruscamente se parte como un cuerpo
frágil, y sometido a presiones duraderas puede ser deformado en la forma que se desee,
comportándose como un cuerpo plástico.