FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XIX
Hegel muere en 1831. Su influencia en la filosofía, ya vigorosa en las primeras décadas del siglo
XIX, continúa en su escuela, que adquiere una triple tendencia: derecha, centro e izquierda. Pero
al propio tiempo surgen pensadores en denodada lucha contra el hegelianismo (Comte,
Kierkegaard...) o, por lo menos, en un plano de independencia intelectual (Nietzsche, Lotze...).
En torno a aquella polémica y a los nuevos aportes de los pensadores independientes, tiene
lugar en el siglo XIX un triple hecho de indudable importancia:
1) La segregación de las ciencias particulares del tronco filosófico, segregación que había
comenzado a operarse desde el siglo XVII. No sólo las matemáticas, la astronomía, la física se
independizan de la filosofía, ni sólo la química y la biología, sino también las llamadas ciencias
del espíritu, la economía política, la sociología, la demografía, la historia, la filología. Cuando se
piensa que en los últimos años del siglo XVIII, Fichte pretendía haber resuelto a priori la
cuestión homérica en el mismo sentido que F. A. Wolff y polemizaba con Hegel y otros filósofos
sobre la cuadratura del círculo, puede comprenderse el cambio operado.
2) La separación también de la reflexión filosófica, de la ciencia de la psique, la psicología. El
desarrollo que adquiere la psicología, especialmente en la segunda mitad del siglo XIX, no es
comparable ni remotamente con ningún progreso anterior; y ella ha constituido de tal modo una
especialización de investigaciones, y una complejidad de doctrinas propias, que requiere para
cultivarla una preparación y un tecnicismo especiales, diferentes de las actitudes y de los
estudios filosóficos en general. Por ello, si sus relaciones con la filosofía sigue siendo motivo de
controversias, su progresiva separación es un hecho indiscutiblemente característico del siglo
pasado, y conexo a toda la orientación filosófica del mismo.
3) En fin, la afirmación de la conciencia histórica de la vida y de la cultura humanas. Se ha
llegado a tener plena conciencia de que la verdad se conquista gradualmente, a través de la
colaboración entre las generaciones que se suceden en el tiempo; y que por lo tanto la historia de
la ciencia y de la filosofía no es una historia de errores que se pueden descuidar impunemente
cuando se cree estar en posesión de la verdad, sino la historia de las etapas sucesivas a través de
las cuales ha tenido que pasar necesariamente el espíritu humano para llegar al estado actual,
etapas que llevan todas en sí algún elemento insuprimible de esa verdad, a la que se va
aproximando trabajosamente. Vemos así que por primera vez el siglo XIX nos ha dado una
historia de la filosofía verdadera y propia, cuyo maravilloso desarrollo, como rama fundamental
de los estudios filosóficos, no es comparable con las escasas y defectuosas referencias históricas
que se encuentran en filósofos precedentes (Ravá).