FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XIX
EL DESCUBRIMIENTO DE LA VIDA HUMANA
FEUERBACH. - Ludwig Feuerbach (1804-1872) ha contribuido también a despertar y sostener la
atención en torno del tema del hombre. (Obras principales: La Esencia del Cristianismo, 1841; La
Filosofía del Futuro, 1843; Esencia de la Religión, 1851.)
En un principio hegeliano (fue uno de los corifeos del ala izquierda de esta corriente), luchó más
tarde en contra de muchas y fundamentales ideas de la filosofía de Hegel. Expresa su propia
evolución con estas palabras: "Dios fue mi primer pensamiento; la razón, mi segundo; el hombre,
mi tercero y último". La filosofía es para Feuerbach fundamentalmente una teoría del ser del
hombre, una antropología. Rechaza la metafísica como doctrina de una realidad situada más
allá de la experiencia. "Confórmate con el mundo dado", dice en uno de sus ingeniosos
aforismos.
Feuerbach llegó a ser ampliamente conocido por sus ideas en filosofía de la religión. Reduce la
teología a la antropología. El hombre crea a sus dioses a su imagen y semejanza, y, a decir
verdad, tomando en cuenta sus necesidades e indigencias, sus angustias y esperanzas. Toda
representación de Dios es, por ende, antropomórfica. L a s representaciones que el hombre hace
de la divinidad y que van cambiando con las culturas y los tiempos, son, en sustancia,
manifestaciones de la peculiar naturaleza, de la íntima y secreta autenticidad de éste. Por este
motivo, las religiones no deben ser censuradas, sino comprendidas.
Una reflexión crítica sobre las religiones lleva ciertamente al ateísmo, que en ningún caso ha de
conculcar e intentar abolir la religión. El ateísmo es una concepción de la vida en que el hombre
cobra conciencia de sus limitaciones, pero, al propio tiempo, de su poder.
STIRNER. - Feuerbach postuló una antropología filosófica revolucionaria, pero no se reveló,
como Kierkegaard, en contra de toda filosofía especulativa de ideas generales. Max Stirner
(1806-1856), "el filósofo más repudiado por la ética", y formado también en la dirección
hegeliana de izquierda, impugna este carácter universalista de la filosofía, bien que sobre otras
bases.
Lo real por excelencia es el individuo, el yo. "El Unico", como le llama Stirner en su obra
extraordinariamente difundida El Unico y su Propiedad (1845). El Unico es el individuo real no
sometido a ninguna categoría. "El Unico, no quiere buscar fuera de sí mismo, como otro
Arquímedes, un punto de apoyo fijo y eterno donde cobrar impulso; y tampoco quiere ser el
acróbata que baila sobre la cuerda de la objetividad. El Unico no es el hombre, ni es humano; no
es un concepto ni una esencia: es un individuo de carne y hueso. Soy yo. Resultarán vanas todas
las tentativas que se hagan para identificarme con 'la verdadera esencia de la especie'. Yo soy el
sin nombre, sin leyes, sin modelos. Yo soy hombre, sí; pero soy más que hombre: soy el sujeto de
una individualidad 'que sólo a mí me pertenece'. Y no soy tampoco el Yo absoluto de Fichte: soy
mi yo transitorio, que conoce el dolor y conocerá la muerte" (V. Fatone).