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FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XX
ORTEGA Y GASSET
Unamuno contrapone razón y vida: su filosofía desemboca en una paradoja. JOSE ORTEGA Y
GASSET, el más grande de los
filósofos españoles contemporáneos, supera este dilema: su
doctrina es la filosofía de la razón vital.
La producción escrita de Ortega es muy nutrida. Obras importantes: Meditaciones del Quijote;
El Espectador (ocho vols.); El tema de nuestro tiempo; La rebelión de las masas; Guillermo
Dilthey y la idea de la vida; En torno a Galileo; Ensimismamiento y alteración; Ideas y creencias;
Historia como sistema.
Ortega intenta encontrar una posición más acá del realismo y del idealismo. No hay cosas, dice
Ortega, independientemente de un yo; pero el idealismo se equivoca en cuanto declara que este
yo puede existir con independencia de aquellas cosas. El yo no se encuentra nunca solo, sino
siempre con las cosas, haciendo algo con ellas; es inseparable de las cosas. No hay cosas sin yo y
viceversa. La realidad primaria, la existencia radical (ello es, en la que arraigan cosas y yo) es
esta situación de interdependencia de las cosas y el yo. Yo soy yo y mi circunstancia. No se trata
de dos elementos, yo y cosas; la radical realidad es un acto, un quehacer del yo con las cosas, en
suma, vida. Vivir es un preocuparse u ocuparse del hombre con las cosas; es tratar con el mundo.
No hay prioridad de las cosas, como cree el realismo, ni prioridad del yo como supone el
idealismo. La existencia por antonomasia es la vida humana.
De esta guisa coincide en lo fundamental con el concepto de "ser en el mundo" (in der welt sein)
de Heidegger. La existencia humana, dice este pensador, se revela en primer término como un
ser cuya esencia es existir en el mundo. La vinculación entre yo y mundo es una vinculación
necesaria, tiene un carácter constitucional.
La vida humana se caracteriza, en segundo lugar, en que es una actividad ubicada en una
situación determinada, vale decir, en que es un hacer que opera siempre desde una perspectiva.
La realidad no puede ser observada o vivida sino desde el punto de vista que cada cual ocupa,
necesariamente, en el universo. "Donde está mi pupila, dice Ortega, no está otra; lo que de la
realidad ve mi pupila no la ve otra. Somos insustituibles, somos necesarios. La perspectiva es
uno de los componentes de la realidad. Lejos de ser su deformación, es su organización. Una
realidad que vista desde cualquier punto resultase siempre idéntica es un concepto absurdo".
"Esta manera de pensar lleva a una reforma radical de la filosofía y, lo que importa más, de
nuestra sensación cósmica". Cada vida es un punto de vista sobre el universo.
Así Ortega incorpora a su doctrina el importante concepto de situación vital, formulado de
manera tan sutil por Carlos Jaspers.
El mundo no es un hacinamiento de cosas: es un horizonte que el hombre tiene ante sí gracias a
su perspectiva o situación cósmica. Mas tener una perspectiva es comprender el mundo de
algún modo, dar razón de él, de una razón, a decir verdad, que difiere del concepto clásico que
se tiene de ésta. Conforme a este concepto, se entiende por razón la facultad humana que conoce
la esencia eterna de las cosas, sub specie aeternitatis; pero este conocimiento es ilusorio y parcial.
La razón de la perspectiva es una razón dinámica, una razón que transcurre en el tiempo, una
razón vital. Ortega no está contra la razón, se opone al racionalismo que trata de explicar y
justificar cuanto existe acudiendo a una supuesta razón pura. "La razón no puede, no tiene que
aspirar a sustituir la vida. Esta misma oposición, tan usada hoy por los que no quieren trabajar,
entre la razón y la vida, es ya sospechosa. ¡Como si la razón no fuera una función vital y
espontánea del mismo linaje que el ver o el palpar!" Hay que poner la razón en su lugar.
La humanidad de hoy ha equivocado su ruta al entronizar a la razón pura. El tema de nuestro
tiempo reside en convertir la razón pura en razón vital. "La razón es sólo una forma y función
de la vida".
Pero vivir es convivir, no estar solo, sino al revés "no poder estar solo consigo, sino hallarse
cercado, inseguro y prisionero de otra cosa misteriosa, heterogénea, la circunstancia, el
universo". La vida es, por tanto, problema, inseguridad, naufragio. Frente a este hecho, el
hombre necesita orientarse, necesita saber dónde, cómo y para qué vive. En esta su actividad
orientadora arraiga la filosofía. "La filosofía es el quehacer del hombre que se encuentra perdido,
para lograr una certidumbre radical que le permita saber a qué atenerse en la vida".
Para Heidegger la existencia humana se diferencia de las demás existencias en que es capaz de
descubrir la estructura de los seres con quienes convive, en que, en otras palabras, hace
ontología. "Todos los seres tienen una estructura óntica; sólo el hombre posee una estructura
ontológica".
La vida humana no está hecha, es un permanente hacerse. El hombre tiene conciencia
previamente de lo que va a hacer. En esta tarea se encuentra ante sí con un conjunto de
posibilidades, entre las cuales tiene que elegir, necesariamente. El hombre forja sin cesar un
programa de vida. Yo soy un programa, dice Ortega, o proyecto, o esquema que pretendo
realizar y que he imaginado en vista de las circunstancias. Mas como todo proyecto se construye
para el futuro, puede decirse que el hombre está hecho de futuro. "La vida es faena poética,
porque el hombre tiene que inventar lo que va a ser". Pero la circunstancia en que se halla
inmerso el hombre depende del pasado. El hombre es, así, un producto histórico. El hombre es
lo que le ha ocurrido y lo que le ocurre en atención a su proyecto temporal de vida. Eso quiere
decir que el hombre no es naturaleza, sino historia. "Lo que la naturaleza es a las cosas, es la
historia, como res gestae, al hombre".
Como el hombre decide lo que ha de hacer, necesita justificarse. La vida, en otros términos, es
responsabilidad. Puede el hombre realizar su propia e intransferible esencia, o falsearla.
"Cuando la vida se hace desde el propio yo, cuando el hombre es fiel a esa voz que lo llama a ser
una cosa determinada y que por eso recibe el nombre de vocación, es vida auténtica; cuando el
hombre se abandona a lo tópico y recibido, cuando es infiel a su íntima y original vocación,
falsea su vida y la convierte en inauténtica".
La filosofía de Ortega es optimista. La historia tiene dos "tempos": es vida ascendente o vida
descendente, y se va articulando a través de generaciones.
Nuestra época es una época de vida ascendente, en la cual se suceden las actitudes deportivas y
batalladoras, dominada por el riesgo y la temeridad, el espíritu aristocrático y caballeresco. El
hombre ascendente juega con las fuerzas peligrosas de la vida. El primer artículo de su estatuto
es el riesgo. La muerte no es más que un accidente de su carrera deportiva. En contra de todo
existencialismo pesimista sobrepone la vida a la muerte. Ve en la vida algo más fundamental
que la muerte. La muerte "está en" la vida, es algo que le acontece a la vida.