FILOSOFIA - La filosofía del Renacimiento
LA LUCHA DE LAS TRADICIONES
El conocimiento cada vez más completo de la filosofía griega debido ya a la presencia de
muchos griegos en Italia y en Francia después de la caída de Constantinopla, y al auge que fué
tomando el estudio de los clásicos en Europa desde el siglo xiii, determinó que se provocara una
lucha entre las diferentes tradiciones filosóficas, particularmente en contra de la tradición
escolástica.
El platonismo y neoplatonismo tuvo su hogar en Florencia. JORGE GEMISTO (1355-1450),
apodado PLETHON, venido a esta ciudad a un célebre concilio, fué el promotor de esta
corriente. Indujo a Cosme de Médicis a fundar la Academia platónica, que ilustraron los
nombres de MARSILIO FICINO (1433-1499) y JUAN HEsARIóN (1403-1472).
En la tradición aristotélica (sin contar la escolástica) hubo dos direcciones: la averroísta y la
alejandrista. La primera, cuyo cuartel general estuvo en la Universidad de Padua bajo el
comando de
ALEJANDRO ACHILLINI (muerto en 1519),
AGUSTIN NIFO (1473-1546) y
MARTIN ZIMARRA (fallecido en 1532), sostiene la unidad del intelecto activo y niega la
inmortalidad personal. La segunda, que floreció en Bolonia, con PEDRO POMPONAZZO (1462-
1524), el aristotélico más importante del Renacimiento, GASPAR CONTARAN' y JULIO CESAR
SCALIGERO, negaba la inmortalidad, como quiera que concebía el alma a manera de una forma
dependiente de la materia.
Tanto como por la tradición neoplatónica, Aristóteles y Santo Tomás fueron combatidos por los
grandes humanistas. LORENZO VALLA (1415-1465), ERASMO DE ROTTERDAM (1467-1536) y
PEDRO RAMUS o de la Ramée (1515-1572), hacen ver lo infecundo del método silogístico. Este
último postula una dialéctica "natural" fundada en la retórica, en substitución de la lógica
aristotélica.
La tradición escéptica hace valer sus
derechos con MIGUEL DE MONTAIGNE (1533-1592),
PEDRO CHARRON (1541-1603) y FRANCISCO SANCHEZ (1562-1632). El primero con un
estilo ocasional de filosofar, el segundo ya en una exposición sistemática, y el tercero, sacando
consecuencias teológicas (Quod nihil scitur: lo que no se sabe).
Frente a esta situación, la Iglesia romana apretó sus filas en torno al tomismo (Concilio de
Trento, 1563); incluso
el gran jesuíta FRANCISCO SUAREZ (1548-1617), se mantiene en lo
esencial, dentro de aquella firme tradición. Las Iglesias protestantes llevan la lucha al seno
mismo de la cristiandad: ¿cuál de las dos tradiciones del cristianismo es la obligatoria? Y, como
fácil es sospecharlo, el protestantismo vuelve a San Agustín en contra de Santo Tomás. Sólo
MELANCHTON intenta conciliar la aguda oposición. Dentro del protestantismo, en fin, se hace
sentir cada vez con mayor vitalidad el desbordamiento místico; por de pronto, sin el acento
intelectualista del
maestro Eckhart. Más tarde, empero,
cuando toma la Reforma los rígidos
esquemas de una dogmática teorética, reivindicaron SEBASTIAN FRANCK y VALENTIN
WEIGEL lo más hondo de la mística eckhartiana. Como ella, tratan de reducir todo lo externo en
algo íntimo, todo lo histórico en eternidad.
En suma: en el movimiento intelectual de los siglos xv y xvi encontramos doquier una lucha de
tradiciones. "El espíritu de los pueblos occidentales acoge en sí toda la cultura del pasado, y en
la febril excitación en que lo pone a la postre el contacto directo con las supremas creaciones de
la ciencia antigua, combate por su plena independencia. Se siente holgadamente pertrechado
para realizar su propia faena, y pletórico de pensamientos acomete nuevas tareas. Se siente latir
el impulso juvenil en esta literatura como si ocurriera algo inaudito, algo nunca acaecido antes;
los hombres del Renacimiento nos anuncian nada menos que está en puerta una total
renovación de la ciencia y de la vida humana. La lucha de las tradiciones produce el hastío por
el pasado, la tradición erudita terminó por mandar al diablo todos sus libracos, y el creciente
placer juvenil arrastra al espíritu a la vida mundana de la naturaleza eternamente joven".