FILOSOFIA - Kant y el idealismo alemán
SCHLEIERMACHER
En la evolución de la filosofía kantiana FEDERICO ERNESTO DANIEL SCHLEIERMACHER
crea el idealismo religioso. Schleiermacher nace en Breslau, el año 1768. Después de desempeñar
algunos cargos privados, ocupó el vicariato de Landsberg. En 1796 fue nombrado predicador de
la Charité de Berlín. En 1810 llega a ser profesor de Teología en la recién fundada universidad
de la propia capital alemana.
Schleiermacher es hasta ahora el filósofo más significado de la Iglesia protestante; proviene del
círculo de los románticos, pero sabe aunar armoniosamente la cultura estética y filosófica de su
tiempo con la conciencia religiosa. Sus obras principales son: Discurso sobre religión a las
personas cultas y a los que la desdeñan; La Fe Cristiana; Monólogos; Etica; Dialéctica; Estética.
La tarea del conocimiento, dice Schleiermacher, está encaminada a producir la identidad de ser
y pensar. La plenaria identificación de ellos es una tarea infinita. Eso se observa en las ciencias
constituidas. Estas aparecen divididas, según su objeto, en física y ética; según sus métodos, en
disciplinas teoréticas y empíricas: Historia natural y Ciencia natural, Historia universal y
Ciencia de las costumbres. En todas estas disciplinas particulares, predomina lo material o lo
formal, uno u otro de los dos factores, aunque en ellas se aspira a conciliar los antagonismos: las
ramas empíricas del saber buscan articulación racional; las teoréticas, comprensión de los
hechos; la física, la génesis del organismo y de la conciencia partiendo del mundo de los cuerpos;
la ética, en fin, dominio y penetración en lo sensible gracias a la voluntad que obra con arreglo a
fines. Pero nunca se logra de manera definitiva en el conocimiento real, la identificación de lo
real y de lo ideal; esto constituye más bien el objetivo final, absoluto e incondicionado del
pensamiento que yace en lo infinito y que trata de convertirse en saber, a pesar de que nunca se
realizará plenamente. Por tanto, la filosofía es la Doctrina del saber que eternamente deviene:
Dialéctica.
Pero la Dialéctica reconoce la existencia de este objetivo nunca alcanzable por el saber humano:
la identidad de pensar y ser. Schleiermacher llama Dios, de acuerdo con Spinoza (y Schelling), a
esta identidad. No puede ser objeto de la razón teorética; tanto menos, de la razón práctica.
Desconocemos a Dios, y tampoco podemos orientar nuestra vida moral, por tanto, con arreglo a
su esencia. Religión, más que saber y recto obrar, es comunidad de vida con la suma realidad, en
donde Ser y conciencia se identifican. Pero esta comunidad sólo aparece en el sentimiento, en el
sentimiento "religioso" de una radical, absoluta dependencia de aquella causa cósmica
inasequible, infinita. El Dios de Spinoza y la "Cosa en sí" de Kant coinciden en el infinito, son
puestos por encima de todo saber y querer convertidos en objetos de un sentimiento místico.
Schleiermacher hace filosofía de la religión, no teología. El hecho religioso es, para él, algo
propio no resoluble en metafísica ni en moralidad: tiene su fuente en el sentimiento y reside en
tina relación de dependencia del hombre con Dios, es decir, con el infinito. "Los dogmas
religiosos no son expresiones de la reflexión sobre esta vivencia sentimental; son elaboraciones
de lo religioso, no la religión misma". En esto va Schleiermacher tan adelante que ni siquiera
considera como elementos esenciales de la religión la fe en un Dios personal y la inmortalidad
personal. "En el contacto inmediato, sentimental, con el infinito, poseemos la eternidad en el
tiempo y no necesitamos ya, por decirlo así, la inmortalidad después de la muerte. La vida
religiosa impulsa al hombre a la comunicación y a la sociedad, a la expresión y reunión, a la
formación de una iglesia; por otro lado impulsa a la individualización de la religión, es decir, a
la formación de las religiones positivas. Una tal religión particular surge, cuando todo en ella se
refiere a una particular intuición del universo; como todo lo individual y particular es unilateral,
necesita ser complementada con otras individualidades, con otras religiones, pero, en cambio,
posee la ventaja irreemplazable de lo individual y único".
También en la filosofía práctica, Schleiermacher propugna una ética concreta. "Todo hombre
debe representar de particular manera la humanidad...; es una obra individualmente querida y,
por tanto, escogida por la divinidad; una obra que goza de particular figura y formación".